Con la bajada de las temperaturas y la afluencia de turistas las Pitiüses experimentan un cambio en su fisionomía que se ha podido apreciar en las últimas semanas y días. Las calles sufren menos volumen de tráfico rodado y el tipo de visitantes que nos elige como destino busca otro tipo de diversiones y formas de ocio. Una prueba de ello está en las casas de alquiler de bicicletas, que a estas alturas de temporada ven cómo gran parte de sus clientes prefieren pasearse y conocer las islas a golpe de pedal, en lugar de hacerlo a bordo de vehículos a motor. Con precios que varían entre las 1.000 y 1.500 pesetas por día, la bicicleta se convierte en una buena alternativa.

Gente de la tercera edad y de entre los treinta y cincuenta años de ambos sexos forman el perfil de la clientela que demanda las bicicletas. La mayoría de ellos son de nacionalidad holandesa, alemana y belga donde la cultura del pedaleo tiene mucho más arraigo y seguidores. La mayoría de los negocios consultados coincide en señalar que tanto en septiembre y octubre como en los meses que anteceden al verano, es decir, mayo y junio, es cuando más se demandan las bicicletas. Una vez que entramos de lleno en el verano la cosa cambia.

«La subida de las temperaturas es una de las causas», señaló Àngel, de Motos Àngel. A esta hay que sumar la inseguridad a la que se ven sometidos muchos ciclistas que intentan hacer sus excursiones por Eivissa: «Mucha gente me devuelve la bicicleta al comprobar cómo está y cómo se mueven coches y motos por la isla», explicó José, de Motos Ribas.

Quizás la mayor carencia que Eivissa presenta a los cicloturistas es la falta de carril bici, algo fundamental para garantizar una circulación rodada en condiciones sobre las dos ruedas. Este hecho sorprende cada día más, según señalaron los responsables de varios de los negocios consultados, a los extranjeros que nos visitan.