El párroco de Jesús, Enrique Torres, fue el encargado este año de oficiar el acto más popular. Foto: .V.F.

Los actos típicos que acompañan a los días de los patrones en las localidades de las Pitiüses que celebran sus fiestas nunca perdieron tanto protagonismo como ayer en Sant Antoni de Portmany. Una convocatoria de renombre congregó en el Passeig de ses Fonts a centenares de personas deseosas de que sus mascotas vivieran un año pleno de salud. Este lugar fue el escenario de la bendición popular de animales que no pudo presidir el obispo de la diócesis de Eivissa y Formentera, Agustín Cortés, al estar de viaje. Un recinto religioso repleto de gente abrió al mediodía la conmemoración del día grande de fiestas.

Al mediodía, momento marcado para el inicio de la misa solemne, no entraba ni un alfiler en la iglesia. Los que no pudieron entrar se quedaron fuera para esperar a que la comitiva religiosa saliera a cubrir el recorrido de la procesión. En la plaza se dejaban ver los primeros animales, en su mayoría perros, que en unas horas recibirían la consiguiente bendición de Sant Antoni. La misa la ofició, al igual que la bendición, el párroco de Jesús, Enrique Torres ante la ausencia del obispo.

Al finalizar la Eucaristía llegó el momento de sacar a pasear a las imágenes de los santos. Eso ocurrió cuando la comitiva recibió el aviso a través de las campanadas que sonaron a las 13'15 horas. Por la puerta -encabezada aún por la estrella de Belén de Navidad- sacaron en primer lugar la bandera roja de la parroquia, a la que siguió el santo al que se homenajeaba. Los fieles le habían engalanado para la ocasión. Las imágenes de otros seis santos siguieron el discurrir del primero.

Para cerrar la comitiva, antes del público en general, se situaron las autoridades: Pilar Costa, presidenta del Consell; la directora insular Marienna Sánchez-Jáuregui; la consellera Fanny Tur; el conseller Josep Marí Ribas; el alcalde del municipio, Antoni Marí Tur; y el presidente del PP pitiuso, José Juan Cardona, entre otros. Todos regresaron a la parroquia después de cubrir el recorrido que permitió comprobar que el Passeig de ses Fonts ya estaba lleno de personas que querían bendecir a sus animales.

Para facilitar la tarea la Policía Local instaló unas vallas que marcarían el pasillo por el que tendrían que transitar los interesados minutos más tarde. A pesar de que los feligreses que habían seguido la misa solemne comenzaron el recorrido con la comitiva religiosa, éstos se quedaron también en el Passeig de ses Fonts y dejaron que fueran los miembros del grupo folklórico Can Bonet, los religiosos y los políticos quienes devolvieran las imágenes a la iglesia. Al llegar de nuevo al punto de partida los componentes de la colla calentaron las castanyoles para la posterior actuación en la puerta del Ayuntamiento con unas piezas dedicadas al patrón.

Cerca de las dos de la tarde llegaba el momento estelar de la jornada. El párroco de Jesús, Enrique Torres, se colocó junto a las autoridades detrás de una de las vallas situadas frente al Consistorio y comenzó a tirar agua bendita sobre los animales que ante él la gente iba disponiendo. Muchos eran cachorros en manos de niños, probablemente mascotas recién traídas por los Reyes Magos de Oriente. El animal más exótico fue un loro que abrió sus alas con la intención de sacudirse las gotas de agua bendita que le acababan de caer encima. Antes de ofrecer el mismo gesto a los caballos que guiaban los carros llegó un chaval rezagado que casi se queda sin bendecir a dos tortugas pequeñas de agua. Los últimos animales por recibir el agua bendita fueron los equinos. El ball pagès y la degustación de bunyols de rigor cerraron los actos centrales del día grande de fiestas en Sant Antoni de Portmany.