Miquel Capellà intentó ayer minimizar la repercusión de su decisión. Foto: TERESA AYUGA.

La estrategia de Capellà de conseguir un mayor apoyo sobre su gestión y potenciar su función como presidente, fue lo que motivó en la reunión del último consejo de administración que no consiguiera el apoyo mayoritario de los miembros del consejo (8 votos en contra, seis a favor y dos abstenciones), lo cual le motivó a presentar su dimisión por la pérdida de confianza.

Capellà, en opinión de varios miembros del consejo de administración, no calibró bien su iniciativa, «visto los resultados de la votación, está claro que aquéllos que le apoyaron en el día de su votación como presidente han variado de postura, lo que demuestra que efectivamente había cierto malestar con su gestión y con los últimos acontecimientos que han perjudicado la imagen de la entidad, en concreto con todo lo relacionado con la Fundació Sa Nostra y la polémica asamblea general del pasado 20 de diciembre. Aquí, los impositores han jugado un papel primordial en contra de los intereses de Capellà por pérdida de confianza manifiesta, circunstancia que le obligó a actuar en consecuencia ante la sorpresa general de todos los miembros del consejo».

Entre los factores que han provocado esta «caída» del ex presidente, según miembros de la asamblea general de la entidad, se encuadran la pugna con los patronos, la asamblea del 20 de diciembre, los bajos índices de eficiencia de la entidad y roces con algunos directivos, «este cúmulo de circunstancias provocó que la apuesta realizada para conseguir apoyo a su gestión fallara, con el resultado de todos conocido». Pese a todo lo acontecido, Capellà ha anunciado que continuará como miembro del consejo de administración de Sa Nostra. También ha transcendido que hace un par de semanas se formalizó la ruptura «amistosa» con el buffete Quetrecasas, aunque montará despacho propio para seguir ejerciendo en Palma.

A la vista de la expectación generada, explicó ayer en rueda de prensa las causas que le habían motivado a renunciar al cargo, entre ellas el «intuir un principio de crispación y porque no soy la persona de consenso en el nuevo reagrupamiento de fuerzas y tendencias que se ha producido en el seno de la entidad. Y como pienso que las instituciones están por encima de las personas, he actuado en consecuencia». Reconoció que su relación con los patronos, cuya adscripción abandonó hace varios meses, «no ha sido buena, aunque me he esforzado».

Dejó en el aire el cambio de actitud de los impositores, «quienes se hayan visto politizados en los últimos tiempos». Criticó al ministro Matas por afirmar que la entidad estaba politizada, circunstancia que ha podido enturbiar, en su opinión, las relaciones internas. Negó que hubiera tenido «presiones políticas» y puso especial hincapié en dejar claro que la trayectoria de la entidad, en concreto en las empresas participadas e inversiones turísticas, «sigan adelante, ya que fueron adoptadas con el consenso mayoritario del consejo de administración. Consejo de administración que también tendrá en su mano «el poder modificar los estatutos de la Fundació». Y afirmó que él no consideraba que había fracasado en su gestión. Los empleados de Sa Nostra remitieron ayer un comunicado alabando la postura de Capellà, «porque ha buscado la estabilidad de la entidad a costa de su sacrificio personal».