Hace ya ocho años que Pedro Pablo Martín Lopecino ejerce como director gerente de la Fundación ONCE de perros guía, establecida en Boadilla del Monte, en Madrid. Sólo dos más de los que lleva con su perro, Furia, de seis años de edad y cruce de labrador retriever y golden retrevier; dos de las razas que, junto al pastor alemán, pueden llegar a convertirse en perros guía para personas invidentes. «Pero no todas las personas ciegas pueden tener uno de estos perros-explicaba Pedro Pablo Martín- al igual que no todas estas razas llegarán a serlo.

Deben ser animales con una gran capacidad de decisión, muy prudentes y que no se asusten fácilmente, por ejemplo con una tormenta o con unos petardos». La Fundación entregó en el año 2001 a noventa y cinco perros guía. «Pero todos los futuros amos debieron pasar antes por una adaptación, en un curso residencial de tres semanas de duración. Un aprendizaje que comienza en zonas sin obstáculos y sin tráfico, y finaliza en pleno centro de Madrid», explica el director de la Fundación.

Pero la preparación no finaliza ahí, «posteriormente un instructor les haría un seguimiento en su domicilio, y además el perro se entrega en usufructo, no en propiedad», concluye. Estas unidades, como se llama a estos animales de compañía porque, según Martín Lopeciano, «deben ser entendidos como una prolongación de la persona», están legislados en todas las comunidades. «Es más, incluso se establecen sanciones en el caso de que algún establecimiento no les permita entrar», añade.