La exposición 'Llengues, universos en perill. Diversitat lingüística, cultural i biològica', pretende transmitir al visitante el sorprendente patrimonio cultural que suponen las más de 6.000 lenguas que se hablan en el mundo. Eso mismo es lo que se trata de explicar a los centros escolares que desde ayer han comenzado a visitar la muestra. Una monitora, Beatriz Marí, es la encargada de explicarles cómo se organiza la exposición y de guiarles para que aprovechen al máximo la visita. «Ya es bastante didáctica y activa, pero yo les explico para que no tengan que leer tanto», comenta.

La exposición está dividida en tres zonas diferenciadas por tres colores, el azul, el verde y el rojo. En el espacio azul se busca crear una conciencia sobre la importancia de conservar una lengua, reflejo del patrimonio de cada pueblo. Cuando los chavales se introducen en la zona verde, se encuentran con que se hace referencia a los lugares más amenazados. Coincide que en los países con más riqueza natural es donde se hablan más variedades lingüísticas. Un ejemplo puede dejar a los alumnos sorprendidos: los argentinos cauchos manejan 200 diferentes tipos de pelaje de los camellos. Por último, el color rojo es el reivindicativo, donde se reflexiona sobre el derecho de la gente a hablar con su propia lengua o se informa sobre las diferentes organizaciones que luchan porque se cumplan estos derechos.

En un intervalo de tres horas pasaron por allí dos grupos. Tras un breve vídeo, Beatriz y el tutor que acompañaba al curso de 3º de ESO de Blanca Dona, les permitía moverse a su antojo por los diferentes stands de la sala. Un grupo se dedicaba a escribir con pintura, siguiendo las instrucciones marcadas en un panel, su nombre en chino o árabe. Una posibilidad que parecía atraer a los alumnos bastante más que un ordenador con el que se podían escuchar canciones cantadas en diferentes lenguas. pero frente a todas las ofertas la que mayor éxito parecía cosechar era la pantalla que permitía hacerse una foto intercultural. Todos se mostraban deseosos de inmortalizarse entre los numerosos rostros que aparecían ya en la pantalla. Laura, mientras estampaba sin cesar matasellos con artículos en un papel, comentaba que «me está gustando, además para enseñar está bien que sea divertida». Manuela, con sus amigas Mónica e Irina, explicaba que lo de escribir el nombre en otras lenguas era lo que más le había gustado.«Aunque donde estoy ahora también está bien, estoy copiando palabras en otras lenguas», añadía sin dejar de mirar la pantalla del ordenador y de su hoja alternativamente.

Lemas como 'En el Neolítico se hablaban el doble de lenguas que ahora' o un panel enorme con la palabra 'Te quiero' escrita en los idiomas más diversos se mezclaban con los chavales que se movían de un sitio a otro sin cesar. El uso de los ordenadores y de las actividades que se ofrecían, era alternado con la proyección de breves vídeos en los que se reflexionaba sobre la importancia de las lenguas. Pausas que no debían alargarse mucho ya que el visionado de vídeos suele crear pérdida de interés entre los alumnos. Una vez desapareció la última imagen de la pantalla, se formó una estampida para ver quién conseguía alcanzar primero el stand en el que se puede posar para una instantánea. mientras, un chico leía interesado el panel en el que se explicaba que los griegos veían la existencia de diferentes lenguas como una maldición resultado de la osadía de los hombres de modificar el nombre correcto de las cosas. Esta interesante exposición se mantendrá abierta hasta el 3 de junio.