GUILLERMO ROMANÍ Los pilotos de las avionetas atuneras que operaban desde el aeropuerto de Eivissa no tuvieron ningún reparo en explicar, en algunos casos, que al terminar el mes de mayo, cuando su vuelo de apoyo pasara de ser legal a ilegal, iban a desplazarse hasta el norte de Àfrica, al aeródromo de Orán, en Argelia, para seguir sus tareas de localización de bancos de atunes sin que las aeronaves pudieran ser inmovilizadas en tierra a la hora de repostar, como sucedió en junio de 2001 con avionetas precintadas en los aeropuertos de Eivissa y Palma de Mallorca.

Las informaciones que ha podido compilar este rotativo señalan, según una de las fuentes consultadas que ha querido quedar en el anonimato, que «las avionetas están equipadas con electrónica de última generación que funciona con sistemas binarios muy avanzados», lo que les ha llevado a establecer un sistema de «comunicaciones codificadas para no ser interceptados».

En este sentido las avionetas no tienen dificultades en comunicarse con las embarcaciones mientras que «si se las quiere rastrear se han de efectuar barridos con un scanner, y lo único que se puede conseguir es localizar la frecuencia en la que están emitiendo pero no se puede entender nada de lo que dicen».

Todo indica que tanto embarcaciones como avionetas siembran de boyas y balizas la zona por donde se suponen que han de pasar los bancos de atunes; cada una de estas boyas tiene un número de código y son perfectamente identificables desde las embarcaciones bien mediante sonar, bien mediante GPS, en función de los sistemas que se emplee en cada una de ellas. Asimismo, algunas de estas boyas pueden programarse para ser activadas cuando su campo de observación es perturbado por una gran masa que se adentra en él como es el caso de un cardumen de atunes rojos.