El lunes empezó en el museo de Eivissa un curso con diez niños de entre 8 y 12 años, que finalizó ayer. El objetivo de estas actividades no es sólo de entretenimiento, como un curso más de verano, lo que se pretende en este taller es que los alumnos, de una forma divertida y amena, conozcan qué es la arqueología y qué método de trabajo y estudio utiliza, mediante la realización de una excavación simulada. También aprenden a valorar el trabajo en equipo y de esta manera consiguen que se promueva el respeto por el Patrimonio Arqueológico e Histórico. Además los niños adquieren conocimientos de historia, matemáticas, biología, anatomía, etc., materias escolares aplicadas a la realidad.

Con este tipo de cursos los niños muestran su interés por la historia de la humanidad. Nicolás y Sergio son los arqueólogos encargados de enseñar a estos niños la manera de estudiar el pasado, pero de un modo directo; el museo pone al alcance de estos jóvenes los hipogeos, las excavaciones, los utensilios de trabajo y los materiales necesarios para realizar las investigaciones.

El primer día estos niños visitaron la necrópolis y los hipogeos. El martes simularon una excavación donde se encontraban unos esqueletos de cerámica. Al día siguiente dibujaron y reconstruyeron las figuras halladas en el suelo. Y por la tarde subieron al Puig d'es Molins, donde los profesores poniendo como ejemplo una casa payesa les enseñaron la arqueología de edificios y el uso de un molino; después dataron lo que encontraron para averiguar si se trataba de un elemento púnico, fenicio, romano, griego, etc. Y el jueves aprendieron conocimientos básicos sobre anatomía humana.

El último día, ayer, conocieron la vida de la Edad de Hierro mediante la fundición de metal para dar forma a utensilios de caza. Primero aprendieron la antigua técnica de encender fuego frotando palos de madera, después colocaron plomo en una sartén calentada en el fuego; y cuando el plomo está en estado líquido lo virtieron con mucho cuidado en un molde hecho con piezas de barro, sobre el que se derrama agua fría. El plomo tomó la forma elegida; en este caso, un hacha. Y llegado al punto en que los alumnos han aprovechado esta oportunidad para aprender y disfrutar a la vez, reciben el diploma del Museo por su labor y atención a lo largo de la semana.