No sólo los más pequeños acuden a las escuelas de verano para divertirse, aprender y perfeccionar distintos saberes. Los adultos, aunque en menor número, también se han apuntado a esta fiebre. Los catorce alumnos de la Escuela de Arte Dramático Antonio Cantos son un ejemplo de ello. A pesar de que la mayoría de ellos trabaja, han reservado treinta horas de las últimas dos semanas para acudir a el curso de interpretación dirigido por el propio Cantos.

«Es el tercer verano que organizo estos cursos. Antes de éste se han hecho seminarios de expresión corporal y voz y texto. Ahora estamos trabajando la interpretación con la obra del autor inglés J.B. Priestley «El tiempo de los Conwaigs», un montaje que trabaja el naturalismo, un concepto que se ha puesto muy de actualidad a raíz de la profusión de las series de televisión que trabajan con el realismo tanto en la escenografía como en los sentimientos y actitudes ante la cámara o el espectador», resume el director del curso.

Eminentemente práctico, el seminario en el que participan doce féminas y dos hombres ha trabajado algunas técnicas. Uno de los principales ejercicios del mismo ha sido la puesta en práctica de la «Técnica Alexander» por parte de Pedro Hernando, profesor invitado con una amplia trayectoria profesional. «Se puso en práctica a principios del siglo pasado por causalidad cuando un tal Alexander, que perdía la voz con facilidad, comprobó que era debido a que curvaba demasiado la espalda y que la solución a su problema era la de adoptar una buena posición de la columna vertebral. Este sencillo principio, además de evitar forzar las cuerdas vocales, permite una mayor concentración del individuo», explica Cantos.

Otras de las técnicas impartidas han sido la del proyecto animal, en la que el alumno se introduce en la piel de distintas especies para trabajar en una escala de 0 a 10 del humanismo al embrutecimiento, trabajando el apoyo afectivo y llegar al espectador; y la rueda de la risa, una práctica de origen indio en la que todos los alumnos tumbados y dispuestos en círculo comienzan a reírse para relajarse y desinhibirse.

La lectura de «El tiempo de los Conwaigs» , la búsqueda de información sobre la obra para contexturalizarla y los ejercicios de interpretación divididos en las distintas escenas para trabajar sobre el significado de la obra centran el curso. El punto y final de las quince sesiones será la puesta en escena del segundo acto de «El tiempo de los Conwaigs» poniendo en práctica las nuevas técnicas adquiridas.