Cientos de personas subieron ayer al Puig de Missa de Santa Eulària en un viaje a las raíces de la artesanía ibicenca. Los aledaños de la iglesia recuperaron, por segundo año, algunas de las estampas más tradicionales que se recuerdan, como el tejido artesanal de los atuendos que vestía la gente del campo.

La II Feria del Puig de Misa, incluido en el programa de las fiestas de Santa Eulària, reunió ayer por la mañana a medio centenar de artesanos de distintos gremios de la isla. Algunos para vender sus productos, otros para mostrar al público el laborioso proceso de producción artesanal, como las puntillas tejidas con encaje de bolillos, las esperdenyes o las cortinas ahuyenta moscas realizadas con caña y el fruto de la algarroba.

El alcalde de Santa Eulària, Vicent Guasch, acompañado por el candidato del PP al Consell, Pere Palau, y el grueso de concejales de la Corporación, cortó la cinta de inauguración de la feria cuando las manecillas se acercaban a las 12 horas.

La Colla de l'Horta de Jesús exhibió una muestra de los extintos oficios de antaño que el Consistorio trata de mantener vivos con los cursos que se imparten en Jesús. Pedro Marí, por ejemplo, aprendió hace siete años a elaborar castañuelas, tambores y flautas artesanales en uno de estos cursillos. Ahora vende sus piezas artesanales por 300 euros.

La música tradicional y el ball pagès corrió a cargo esta vez del grupo Es Broll, que recorrió todos los expositores de la fiesta a golpe de flauta y tambor. La gran novedad de este año, que cada vez tiene mayor aceptación, fueron los carro-taxis y la sitja de carbón, instalada en uno de los accesos a lo alto del montículo.

Los carro-taxis, ubicados en la ladera del Puig de Missa, realizaron durante todo la mañana paseos por el centro del casco urbano por el módico precio de dos euros. Toda la recaudación se enviará a Galicia para ayudar a combatir el desastre ecológico del Prestige. También hubo degustación de vi pagès, embutido y montones y más montones de bunyols. Los más atrevidos también tuvieron la oportunidad de despegar unos metros del suelo a bordo de un globo aerostático, situado en la ladera del Puig de Missa.

Junto a la exposición de medio centenar de motos antiguas, donde destacaba una New Imperial de 1927, valorada en 9.600 euros, se podía ver una muestra de animales. El museo etnológico y el Barrau abrieron gratuitamente sus puertas todo el día.