Recolectora de la bodega de Can Rich, ayer en los viñedos.

Desde el pasado 16 de agosto, en las bodegas Can Rich de Buscastell tiene lugar el momento más esperado por los productores vinícolas pitiusos en un trabajo que se vive a contrarreloj y que es nada menos que la recogida de los frutos de todo un año de trabajo.
La cosecha está servida, y en Buscastell 14 personas recogen uvas durante todo el día las que, según Antonio Costa, su responsable, «están rozando la perfección».
«De esta vendimia saldrán a primeros de año los blancos y los rosados; y también saldrán los tintos, que tendremos que esperar hasta el 2005», explica Costa, mientras recorre uno de los caminos de las 17 hectáreas que componen la viña, nacida en el 1998 y que en el 2000 propuso su primera cosecha en el mercado: «El 80% es consumo local. Lo otro se exporta a Balears, la península, Alemania e Inglaterra».

Este productor vinícola, que dirige la bodega más importante de Eivissa, no hace mucho tiempo presentó su idea agricultora a la familia Riera Villegas a quienes les otorga todo el mérito de la producción: «Apostaron por esto, poniendo el capital para hacer una industria agraria a sabiendas que hoy en día es más fácil y más rentable a corto plazo dedicarse al turismo que a la agricultura», y que este año producirá entre 70.000 y 80.000 litros de vino en una «cantidad que no debe aumentar mucho porque apostamos más por la calidad que por el cultivo». Para ello, «esta plantación está bajo el control del CAE, organismo regulador de la agricultura ecológica que es un handicap superior a la agricultura normal porque es una alternativa de calidad sin tener que utilizar pesticidas, germicidas ni productos agresivos al medio ambiente», asegura Costa acerca de estas armas eficaces y preventivas contra la plaga: «Es algo que para nosotros es un orgullo».

Can Rich comenzó en 1998 a plantar muchas variedades porque al no tener precedentes de otras bodegas y otras plantaciones no era su deseo el arriesgarse: «No quisimos darnos el batacazo padre plantando una y que saliera mal», asegura Costa y «para eso plantamos mucho: plantamos la variedad autóctona que es la Monastrell, y además las variedades foráneas como son la Merlot y la Cabernet Sauvignon. Luego plantamos tempranillo, que es la más plantada a nivel nacional, y en 1999 plantamos la variedad blanca, primero la autóctona que es la Malvasia y después la francesa Chardonay»..L. Aversa