Pau Collado, Eduardo Gamero, Joan Flaquer, Dermot Blastand (First Choice) y Raimundo Alabern.Foto: R.C.

ENVIADO ESPECIAL A LONDRES

Para la Administración central, el turismo residencial supone una forma de captar inversión extranjera y nacional en las zonas turísticas, «al mismo tiempo que convierte a sus propietarios en turistas permanentes, de ahí el efecto desestacionalizador que conlleva y el impacto económico que produce», apuntó Mejía.

Y respecto a la queja de Exceltur y los hoteleros, explicó que entendía su postura, «siempre y cuando la oferta residencial suponga una competencia desleal en materia de comercialización turística. No se puede criticar al turismo residencial tradicional, porque cumple una función, pero también es cierto que es difícil poder controlar esta oferta y valorar qué efecto negativo en materia de competencia desleal provoca en la oferta hotelera».

Mejía, acompañado del secretario general de Turismo, Raimon Martínez Fraile, así como por la directora de Turespaña, Amparo Fernández, y el director de la OET en Londres, Ignacio Vasallo, consideró que 2004, «se tiene que tomar como un año de reflexión para valorar todos los cambios que se han producido en la industria turística con las ventas vía internet y proliferación del turismo individual. Hay que adaptarse a estos cambios para no perder cuota de mercado».

Preguntado sobre el turismo de sol y playa está en crisis, afirmó: «No lo está, pero debe evolucionar para no perder competitividad. Hay que apostar por la segmentación de los mercados y los productos».