La bandera de les Illes Balears se quedará finalmente como está y tampoco se reconocerá oficialmente como himno ninguna pieza musical clásica, o de nueva creación, pese a que estas dos cuestiones (además de otras) han llegado a ocupar al grupo de personas expertas a las que el Govern ha convocado para poner en marcha la reforma del Estatut. Desde el primer día, a este grupo de personas que tienen que aportar sus «recomendaciones» se las conoce como «los sabios» y se vienen reuniendo de forma regular desde el 24 de noviembre del pasado año en que la vicepresidenta Rosa Estaràs (que preside las sesiones) les explicó que la propuesta de reforma no era una iniciativa del Partido Popular, pero que consideraban que no podían quedarse atrás ni perder el tren y que había que poner manos a la obra. Según ha sabido este periódico, que ha tenido acceso a algunas de las actas de la comisión, la posibilidad de que trascendiera el contenido de las deliberaciones causaba preocupación. Por ejemplo, Maximiliano Morales, ex presidente del Parlament, hizo constar en acta su preocupación por un artículo sobre la reforma del Estatut que había escrito uno de los asistentes.

Desde las primeras reuniones (que todavía continúan) se formaron dos grupos. Por recurrir a la terminología política, uno «más de izquierdas» y otro más «conservador». Félix Pons, ex presidente del Congreso (nombrado a propuesta del PSOE), expresó su convencimiento de que las recomendaciones de la comisión no deberían ser «políticas», sino jurídicas. Bartomeu Colom (por el PSM) e Ignasi Ribas (por EU) defienden la tesis contraria. Han dicho que presentarán votos particulares. De Román Piña y Pilar Ferrer (que fue consellera con Jaume Matas) son las disquisiones sobre la bandera. Ferrer propuso «un estudio histórico sobre la bandera para aclarar si está inspirada por los símbolos distintivos legitimados históricamente». Se sabe que la actual «bandera» o senyera autonómica es de nueva creación. Se decidió en 1983. Piña hizo notar en una de las reuniones que «se parece demasiado a la valenciana» y que podría llevar a confusión. Por eso propuso añadir un «elemento más tradicional». Por ejemplo, dijo, «los cuatro palos de gules cargando de banda de azur».

Las famosas comas del artículo segundo que aluden a la lengua de las Islas («La lengua catalana, propia de las Islas Balears, tendrá juntamente con la castellana, el carácter de lengua oficial») no fueron objeto de debate; aunque Ribas y Colom mantienen un voto particular sobre la lengua. Lo que, en su opinión, debería recoger el Estatut es que «el catalán es la lengua oficial, así como también lo es el castellano». La gran aportación es que Balears se define como «nacionalidad histórica». La nueva redacción, pendiente de pulir, quedará así: «La nacionalidad histórica que forman las Islas de Mallorca, Menorca, Eivissa y Formentera, como expresión de su voluntad colectiva y en ejercicio de su derecho al autogobierno que la reconoce, se constituye en comunidad autónoma». Sin embargo, y pese a reconocer la insularidad como seña de identidad, ha habido sus más y sus menos sobre si el término Islas debería preceder a Balears. Román Piña mantuvo que no había que «sacralizar» el término Islas, ya que «a ningún país se le llama por sus accidentes geográficos».