A diferencia de Mallorca y Menorca, las Pitiüses, por su condición morfológica y, en especial, por la ausencia de fallas neógenas sobre el terreno, no generan actividad sísmica. De todos modos, Eivissa y Formentera no están exentas del riesgo de padecer las consecuencias de algún movimiento de tierra de las zonas próximas a las islas en un radio de 200 kilómetros, como el norte de Àfrica, que registra una actividad moderada-alta; el área de las Béticas (moderada) o el canal de Mallorca.

Precisamente, en el último siglo se han dejado notar en las Pitiüses los efectos de la actividad sísmica registrada en estos lugares, aunque en ningún caso se superó una intensidad de «grado V», que provoca que las personas se despierten, vibren las construcciones y los objetos se balanceen o caigan al suelo. Así lo recoge el plan especial para hacer frente al riesgo sísmico elaborado por la Conselleria balear d'Interior y que fue publicado ayer por el Boletín Oficial de les Illes Balears (BOIB).

Este plan recoge que el riesgo sísmico en Balears es bajo-moderado y que debe atribuirse a las fallas neógenas con orientaciones NE-SO en Mallorca y ONO-ESE en Menorca. En las Pitiüses no se tiene constancia (ni en época histórica ni recientemente después de la instalación de un sismógrafo) de ni un solo temblor de tierra. Sólo se ha registrado el efecto de la actividad sísmica de otras zonas, como el norte de Àfrica. El último de ellos tuvo lugar en mayo de 2003 cuando un terremoto en Argelia, de intensidad IX-X (Daños generales en las construcciones y destrucción general), provocó un pequeño tsunami que llegó hasta la costa de las Pitiüses y provocó daños materiales en el puerto de Sant Antoni, entre otras zonas de la costa de las islas.

Dada la nula actividad sísmica, ningún municipio de las Pitiüses tiene la obligación de elaborar un plan de emergencia propio. En cambio, el plan integral de Balears obliga a hacerlo en seis municipios de Mallorca y lo recomienda en otras 29 localidades de Mallorca y dos menorquinas.