La peluquera Judith ultima el corte a máquina de Peter, un coquer que ayer asistió a este salón de belleza canina.

Crestas, tintura, extensiones, corte a máquina, corte a mano, lavado y secado. Hasta aquí todos los servicios habituales de una peluquería normal sino fuera porque sus clientes no son damas ni caballeros sino sus mascotas.

«La moda de traer al perrito está empezando más ahora, aunque hace tiempo que hay peluquerías. Lo que pasa es que muchas están escondidas, no de cara al público», explica la auxiliar veterinaria y peluquera técnica, Rita Ros, propietaria de la peluquería «Love My Dog».

Con una gran vitrina acristalada, para que amos y curiosos vean y constaten el buen trato que reciben las mascotas, esta peluquería llega a recibir ocho perros por día, que pueden llegar a demandar entre dos y siete horas de cuidados.

«La gente se va animando con los tintes y nosotros ofrecemos el rosa, azul y negro. Pero son colores para perros blancos, porque, como el tinte es natural, a uno negro no le cogería», comenta Ros, sobre las nuevas tendencias que muchos amos se animan a probar. «Hay quien pide crestas; una vez hemos teñido a un caniche de rosa y le hemos hecho como bolas de pelos en las patas e incluso hemos llegado a raparle toda la cara a un perro y dejarle la cresta en la cabeza», agrega la peluquera sobre las excentricidades que piden algunos clientes para que sus mascotas luzcan más originales.

«Sobre todo vienen los perros pequeñitos, que necesitan más cuidado. Como tienen pelito largo demandan diferentes arreglos que evitan el tener que pelarlos después», comenta la peluquera sobre epúblico mayoritario que asiste a su local y que, dependiendo de la raza y el tipo de pelo, pueden demandar corte con máquina o triming, que significa arrancarle el pelo a mano. «Lo que ocurre con respecto a esto es que la mayoría de los clientes no saben, o se creen que les duele, pero todos los perros de pelo duro, como son los foxterriers, westis o snaucer tienen dos capas de pelo, con pelo nuevo y viejo, entonces hay que arrancarle el viejo».

Luciana Aversa