Las tenues luces de las velas que portaban los pajes iluminaron ayer a los Reyes Magos en su llegada al muelle de sa Punta en Santa Eulària. Vestidos con túnicas de terciopelo en tonos rojos, verdes y amarillos se subieron a sus inmensos tronos para recorrer en hilera las calles del municipio, concurridas durante toda la tarde por muchos niños cuyos nervios estaban a flor de piel. «¡Mamá mira ahí está mi bicicleta! ¿Por qué no me la dan ya?», gritó un simpático niño cuando vio pasar la carroza que contenía los paquetes de regalos. Mientras, a su madre se le dibujaba una pícara sonrisa en la cara pensando, quizás, en la larga noche de trabajo que le quedaba por delante. Entre los asistentes, también se encontraban muchos ingleses, italianos y, pese a su religión, musulmanes, que curiosos y expectantes se fueron agolpando en los laterales de las calles para ver el desfile. Una caravana que deslumbró por la gran estrella que guió a la comitiva en su recorrido, así como por los ritmos orientales de la comparsa que llenaron de música y color las calles del municipio. Posteriormente, los Reyes se dirigieron a Sant Carles donde tras llevar caramelos a los niños de la localidad concluyeron la jornada en Santa Gertrudis.

I. L.