lrededor de 250 flamencos hibernan en el Parc Natural de ses Salines actualmente y no son difíciles de ver si se tiene a mano unos prismáticos o un telescopio. Se trata de una especie que se ha asentado aquí prácticamente todo el año gracias al incremento de poblaciones en zonas de cría cercanas como el Delta del Hebro. «En los años 90 comenzaron a verse grupos esporádicos, de 10, 15 o 20 flamencos hasta que llegó a establecerse una población que fluctúa durante todo el año. La época de mayor presencia en la isla son los meses de julio, agosto y septiembre. Una migración posterior al tiempo de cría en sus lugares de origen. Luego quedan menos durante el invierno y en primavera disminuyen aún más», explicó Esteban Cardona, naturalista del Grup d'Estudis de la Naturalesa GEN-GOB.

Según Cardona, hace dos años tuvo lugar el máximo histórico reciente con 735 ejemplares, mientras que el pasado verano, en agosto, se pudieron contabilizar 600.

«La población que hay en la isla no nidifica, es una población fluctuante que está de camino a lugares de cría. Vienen de Doñana, La Camarga (Sur de Francia), Málaga y el Delta del Hebro», agregó sobre la procedencia de los flamencos, que los especialistas pueden averiguar por medio del anillamiento, que registra su lugar origen. Su comportamiento aquí es básicamente de alimentación. «Filtran las aguas de ses Salines con el pico y se alimentan de los crustáceos que están en los estanques. La Artemia salina les da ese color rosa característico», agregó Cardona.

Con su presencia, los flamencos completan así el paisaje de ses Salines y, si algo los caracteriza, es que, según Cardona, son fáciles de observar. «Lo importante es que la gente no se meta en los estanques ni en la zona interior para no molestarlos. Con unos prismáticos o un telescopio se pueden ver bien. Y además hay zonas más accesibles, como Es Cavallet y Sal Rossa, donde se pueden observar más cerca desde los caminos». lLuciana Aversa