anta Gertrudis celebró ayer su día grande con multitud de actividades. Como suele ser habitual en los festejos patronales, el obispo de Eivissa, Vicente Juan Segura, ofició la misa solemne a la que asistieron, entre otras autoridades, Vicent Marí, alcalde de Santa Eulària, y Xicu Tarrés, presidente del Consell Insular. Muchos fieles tuvieron que quedarse fuera de la Iglesia, pues se llenó rápidamente por el agresivo frío que provocó múltiples comentarios de los vecinos y turistas que se acercaron a disfrutar de la fiesta. En este sentido, una niña espetó a su padre que la llevara a casa porque se estaba «congelando». Muchas personas se resguardaron bajo grandes chaquetas para intentar paliar esa sensación de frío, pero aún así los comentarios sobre el estado meteorológico no cesaron durante el transcurso de la fiesta. La misa estuvo seguida por la tradicional procesión de los santos que fueron llevados por muchos fieles voluntarios, entre ellos niños y niñas. Tras un pequeño recorrido por el pueblo, los fieles se agolparon en la plaza de la iglesia para degustar unas deliciosas orelletes y unos cálidos bunyols acompañados de los primeros sonidos de la música de ball pagès. La colla de Santa Gertrudis hizo una demostración del baile tradicional bajo la atenta mirada de residentes y turistas, quienes se deshicieron en halagos a la desenvoltura que tenían los más pequeños a la hora de marcar los pasos del baile. Así, uno de los comentarios más escuchados fue la dulzura que despertaban los niños: «Mira a los más pequeñines; qué ricura», comentó una mujer. l María José Real