Taladro en el desayuno, martillo para el almuerzo y sierra mecánica durante la siesta. Si la llegada del invierno para muchos significaba por fin el silencio y tranquilidad que no lo busquen en la ciudad. Al ruido del tráfico se suman con fuerza los ruidos de las obras que, aunque necesarias, se pueden transformar en una verdadera pesadilla para muchos de sus vecinos.

En la calle, en el departamento de al lado, en el edificio de enfrente o en la casa colindante, las obras hacen de despertador a golpe de martillo y en algunos casos llegan a afectar a la salud con síntomas de estrés, ansiedad, irritación y cansancio. Tanto puede ser el ruido que incluso ha llegado al servicio de Otorrinolaringología de Can Misses: «Ha venido gente de los nervios, muy afectada y con problemas de ansiedad», asegura el jefe de esta área, Luis Conill. «Lo que ocurre es que el impacto que puede tener la obra en sí para los vecinos es básicamente de estrés, de falta de descanso o de incomodidad, que en ese caso, el daño a veces también es muy importante, pero nunca he visto una lesión por ruido que pueda sea causada por estar cerca de una obra», agrega.

Sólo como ejemplo, en el municipio de Eivissa se tramitaron 119 licencias en 2007 para obras mayores (construcción de edificios, rehabilitaciones de fachadas o instalación de un ascensor, por ejemplo), 323 para obras menores (como cambiar azulejos) y 473 para obras menores simples (como tirar un tabique o una mediana). Son en su mayoría ejecutadas durante el invierno y, aunque molestas, también son sólo temporales, lo que significa que no producen un ruido continuado que pueda afectar seriamente a la salud de los que están cerca, «con excepción de que la persona tenga una patología previa», según explica Conill.

Y mientras tanto, unos consejos de especialista para sobrevivir al mundo de la construcción: «Hay tapones para oídos que insonorizan mucho y que bajan la intensidad del ruido un tanto por ciento muy elevado. También es aconsejable que puedan aislarse escuchando música, por ejemplo, pero aún así creo que tendría que actualizarse la legislación para reducir el horario de las obras», agrega el especialista sobre una experiencia que incluso han vivido en más de una vez en el propio hospital. «Sí, pero si teníamos una cirugía que requería una concentración especial avisábamos y paraban la obra. Porque estar operando con ruido de martillo de fondo era una labor complicada», concluye. Luciana Aversa