Desde muy pequeño vieron que era hiperactivo mental. Cuando mis padres se marchaban de casa cogía dos radios, en una ponía música y en la otra grababa para después montar mi propio programa de radio», recuerda Jonathan Vives, un conocido monologuista de la Paramount Comedy que siempre que puede visita la isla para actuar y disfrutar de algunos días de vacaciones.

Según explica conoció Eivissa hace cuatro años cuando un buen amigo suyo le hizo de guía: «Marc trabaja de relaciones públicas en Barcelona; luego se vino aquí. En mi primera visita a la isla creo que recorrí más discotecas que en toda mi vida». Estas experiencias le sirvieron para incorporar algunas situaciones nuevas a su repertorio de monólogos: «Suelo escribir de todo lo que me llame la atención, pero siempre intento que sean situaciones de la vida cotidiana, como por ejemplo por qué las chicas en las discotecas bailan en círculo con un montón de bolsos en medio o cómo de mal lo pasamos los chicos con el dolor testicular; todo esto siempre con mucho humor». Y añade: «Eivissa siempre es una gran fuente de inspiración porque hay más personajes que personas». La exageración es la base de su trabajo: «Las situaciones cotidianas enganchan porque la gente se siente identificada y porque siempre exagero e intento que tengan un toque surrealista». Asimismo, destaca que la empatía y la complicidad con el público siempre son imprescindibles: «A eso hay que sumarle personalmente mi poca vergüenza porque lo mismo me disfrazo de Rafaella Carrá [en una intervención en el programa El Semáforo lo hizo] que, como hace años me pasó, voy a siete concursos televisivos por el simple hecho de salir en televisión». ¿La poca vergüenza es necesaria en su profesión? «Es necesario tener talento porque hay monólogos vergonzosos que son muy buenos en el escenario y hay gente desvergonzada que en el escenario no sirve».

María José Real