Una alumna bebe agua desalada de su cantimplora bajo la atenta mirada de una amiga.

Es una planta donde entra el agua del mar, le quitan la sal y se convierte en agua potable que se puede beber; también para cocinar o regar el campo», afirmó ayer Merien Choviref, una alumna de 12 años del colegio Blancadona que se acercó con el resto de sus compañeros de sexto curso para conocer en profundidad cómo funciona la desaladora de Eivissa. «Llevamos ocho años con esta oferta a la que se adscriben los colegios que quieren antes de que empiece el curso escolar. Esta actividad tiene como principal objetivo que los niños conozcan el ciclo del agua», afirmó Juan Rubio, concejal de Medio Ambiente, que también estuvo presente durante la visita de los niños.

Una de las actividades que más entusiasmó a los niños fue probar directamente el agua desalada: «Nos hemos traído las cantimploras que nos dieron en el colegio. He probado el agua y sabe diferente a la de las botellas, pero está buena», explicaba Nora Montesino, mientras dos compañeras de clase le decían a uno de los profesores: «¿Quieres probarla?». Denisa Ana María Dúa, otra de las alumnas de sexto de Blancadona, tenía muy claro qué función tenía una desaladora y para qué podía servir el agua que salía de ella: «Cuando el agua no tiene sal se puede usar para cocinar, para beber o para regar el campo, por ejemplo». Para ella, lo más sorprendente fue la sala de control de la desaladora: «Es lo que más me ha sorprendido porque desde allí lo controlan absolutamente todo». l María José Real