Numerosos fieles siguieron las procesiones del Viernes Santo.

Miles de personas se dirigían minutos antes de las 20'30 horas a las principales calles de la ciudad de Eivissa para poder contemplar la procesión del Santo Entierro, en la que participaron las seis cofradías de Vila. Finalmente, las condiciones metereológicas acompañaron a la comitiva procesional, a pesar de la incertidumbre vivida por todos los hermanos durante los días previos y el día de ayer. No obstante, el molesto viento causó algunas dificultades a las cofradías, pues vieron cómo sus cirios se apagaban en reiteradas ocasiones y muchos de los costaleros hacían verdaderas peripecias para que la parte alta de las imágenes no tocara los cables eléctricos de algunas calles de Dalt Vila. Los portadores de los estandartes, además, también tuvieron que hacer un gran esfuerzo por evitar que se cayeran. A pesar del frío, algunos fieles se atrevieron a procesionar con los pies descalzos.

Tras los oficios del Viernes Santo, las hermandades tomaban posiciones antes de salir de la Catedral, lugar desde donde se inició la marcha procesional. El tumulto de personas que no quisieron perderse la procesión del Santo Entierro se concentraban ya en las primeras calles por las que pasarían las imágenes junto con los hermanos de las cofradías. Así, los residentes y turistas que se ubicaron en las calles Major, Sant Ciriac y Joan Román fueron los primeros en ver pasar las imágenes. La cofradía de Jesús del Gran Poder, que participó por primera vez en la procesión del Viernes Santo, encabezó la comitiva con 18 costaleros, vestidos con un hábito morado y camisa blanca, que con toda su fuerza levantaron los 300 kilos de la imagen acompañados del resto de hermanos, unos 80, que también lucían la túnica morada. Finalmente, tras varias gestiones previas, esta cofradía tuvo que salir sin la compañía de una banda musical, pero eso no fue obstáculo para emocionar a los devotos del Gran Poder, muy vinculado a la Semana Santa andaluza, concretamente a la sevillana. Detrás le seguía la hermandad del Santísimo Cristo de la Agonía, tras la que se encontraba la cofradía del Cristo del Cementerio,que se unió a la procesión desde la iglesia de Santo Domingo. Unos metros más allá se encontraba la hermandad de Nuestra Señora de la Piedad, cuyos costaleros, en total 18, tuvieron que levantar los 450 kilos del paso completamente montado. Poco después, el paso de Nuestra Señora de los Dolores, formado por 150 hermanos, mostraba al público la imagen renovada de la Virgen, que lucía un vestido de seda negra y encaje francés, bendecido por el obispo el Viernes de Dolores. Finalmente, el Santísimo Cristo Yacente cerró la comitiva procesional, que discurrió bajo un manto de aplausos por las principales calles de la ciudad, como la calle Aníbal o el paseo Vara de Rey, lugar donde los pasos del Cristo de la Agonía y Jesús del Gran Poder se desviaron para regresar a sus parroquias.

María José Real