a Pasión hace referencia a las últimas horas de la vida de Cristo desde que celebró la última cena hasta que fue colgado en la cruz. La dureza y el dramatismo de los pasos que dio Jesús hasta llegar al Calvario hacen del Vía Crucis viviente que cada año se escenifica en Santa Eulària una cita obligada en el Viernes Santo.

A las 10,00 horas comenzó la representación en la céntrica calle del Sol. Allí, la primera estación recordó cuando Judas vendió a sus maestro y éste fue apresado por los romanos en el monte de los olivos para ser juzgado. Numerosos vecinos de Santa Eulària además de curiosos y turistas acompañaron a Jesucristo que portaba la cruz dónde más tarde iba a ser crucificado. Custodiado por cinco romanos, Jesús de Nazaret, representado por el joven de 20 años, Jesús Àngel Ramos, caía por primera vez ante las mujeres de Israel.

El párroco fue el encargado de narrar los acontecimientos de cada estación del Vía Crucis. Así, tras cada una de ellas, el conjunto de devotos que estuvieron presentes rezó una oración.

En el camino hacia la iglesia de Puig de Missa se vivió uno de los momentos más emotivos. La Virgen María, interpretada por Diana Campos, aparecía para encontrarse con su hijo. En su rostro un tremendo gesto de desconsuelo sobrecogía a los presentes.

En el momento de la crucifixión una vez alcanzada la iglesia, una mujer homenajeó al Cristo muerto con el canto de una saeta andaluza. Al finalizar la representación del Vía Crucis con la resurrección de Cristo en el interior del templo de Puig de Missa, la agrupación musical Nuestra Señora de los Dolores de Eivissa fue la encargada de tocar la última marcha procesional. Los numerosos fieles que llenaron la iglesia ovacionaron con un fuerte aplauso este sentido recuerdo de la muerte de Cristo.

Natalia Salazar

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