Formentera siempre había arrastrado problemas con la antigua Estación Marítima, que, tras años de retraso en poner en marcha su remodelación, fue demolida y se construyó una nueva, amplia, luminosa, operativa, aparentemente eficaz y con un aspecto más moderno de la que existía hasta entonces. Ha habido coincidencia total entre políticos de todos los colores, residentes y usuarios de que la nueva terminal ha sido un paso adelante mejorando la imagen del lugar que supone la entrada y salida de la isla; sin embargo, las zonas colindantes no parecen gozar de tan buena salud ni beneplácito como la terminal marítima.

Y en ello se incluye la zona para las plataformas, el aparcamiento para usuarios, el espacio para los alquileres de vehículos y, por encima de todo, el pavimento. Los aledaños de la Estación Marítima de la Savina presentan tan serias deficiencias que parece mentira que nada haya puesto remedio a la situación. Algunos taxistas aprovecharon la manifestación del pasado domingo en pro de un descuento igualitario para los residentes en Formentera, para señalar a los medios de comunicación tres o cuatro aspectos vergonzantes del estado de los viales.

En algunos puntos sobresalen verticalmente varillas del forjado que en su momento se hizo, las cuales han provocado más de una caída en los viandantes que, todo hay que decirlo, no pasan por el paso cebra. Pero esas mismas varillas ya han costado más de un problema en los taxis que deben pasar por el lugar tanto para entrar como para salir de la parada que tienen; pero los taxistas mostraron además una viga en teoría cortada a ras de suelo que sobresale y que también ha sido la causante de numerosos pinchazos en los vehículos que entran o salen de la zona de carga; coches que van a recoger carga o coches que vienen o se van a Eivissa y que indefectiblemente deben pasar por ahí.

Por si fuera poco, en la zona teórica de entrada y salida de los taxis, mal señalizada en el suelo, y también de los autobuses, hay un triángulo en el que el asfalto está a un nivel inferior y provoca, a la que caen cuatro gotas, una mini balsa de agua que los usuarios no saben si es o no es profunda y provoca peligrosos frenazos.

Una zanja

En cambio, entre la zona del parking para los usuarios y la parada de autobús, existe una zanja, que atraviesa el acceso a la zona de embarque de vehículos, no señalizada, en la que más de un conductor se ha llevado un buen susto por el desnivel existente. «Los taxistas ya lo sabemos y vamos con cuidado -dijo un miembro del sector-, y los que cada día vienen a recoger paquetes de Eivissa, ya se conocen la zanja, pero más de uno se ha llevado un susto importante».

Otra queja generalizada es la de la calidad del asfalto, excesivamente granulado y poco liso y la mala señalización horizontal existente demarcando las zonas y los pasos.