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on el paso de los años parece que la conciencia sobre el abuso de la exposición solar en verano aumenta, pero no lo suficiente. Todavía son muchas las personas que pasan largas horas tumbadas al sol, navegando, trabajando o caminando por la calle. En todos estos casos es necesario protegerse porque si bien tener un tono dorado puede resultar atractivo, un exceso puede derivar en problemas cutáneos tan graves como la aparición de manchas o cáncer de piel.

Las personas que tienen el cabello, los ojos y el tono de piel claros deben utilizar cremas fotoprotectoras muy altas: «Estas personas por mucho que tomen el sol no se ponen morenos y por ello deben usar cremas protectoras extremas o de pantalla total porque son muy sensibles a las radiaciones solares. En este tipo se incluyen también las personas pelirrojas con muchas pecas», explica el dermatólogo Luis Cros. Así, cuanto más morena o dorada, la protección puede ser menor. Sin embargo, el especialista concreta: «Las cremas de protección muy baja no son nada útiles». Independientemente del tipo de piel de cada persona existen unos consejos que nadie debe obviar. «Entre ellos tenemos que destacar que todas las personas no deben acudir a tomar el sol en las horas en que éste incide de manera más vertical (de 12,00 a 16,00 horas) porque son las horas en que más problemas puede acarrear». Y añade: «Las cremas de protección solar deben aplicarse siempre media hora antes de la exposición. También hay que reponer las cremas protectoras como máximo cada dos horas y dependiendo del número de veces que nos sumerjamos en el agua porque por mucho que digan que son resistentes al agua siempre se arrastra algo». Cros destaca que en las horas más perjudiciales siempre se tiene que evitar la exposición solar: «De 12,00 a 16,00 no hay que tumbarse en la playa ni con cremas, ni camisetas ni nada». Asimismo, el especialista recomienda que protejamos la piel con camisetas, gorras: «Y gafas de sol porque también perjudica a la vista». Respecto a los niños, Cros asegura que no deberían ser expuestos a las radiaciones solares: «Tienen la piel mucho más sensible que los adultos y les afecta más. Por eso, si van a la playa deben usar cremas de protección muy elevada, además de llevar ropa».

Las personas que tienen lunares también deben protegerse de manera especial: «Uno de los peligros que puede tener un lunar es que se convierta en cáncer de piel. Por ello, quienes tengan muchos o vean que año tras año aumenta el número deben acudir a un control anual y ellos mismos deben someterse a una exploración para ver si sufren algún tipo de cambio». De entre las variaciones más significativas destaca la regla ABCD: «Hay que comprobar si son asimétricos, prestar atención a los bordes irregulares de algunos lunares, la 'c', correspondería a la coloración, por ejemplo, si presentan un tono más negro en un lado que en otro o puntitos en un tono. Por último, el diámetro: aquellos que tienen un diámetro superior a los seis milímetros requieren una especial atención». Los días nublados también hay que tener cuidado: «Las nubes no dejan atravesar la parte de la radiación que nos da sensación de calor, pero sí deja pasar los rayos que nos producen quemaduras».

María José Real