Pepi, de los Ángeles Guardianes, conduciendo su Trike se encargó de llevar a la novia a la ceremonia. Foto: IRENE G. RUIZ

Los novios, Verónica Romero y Cristóbal Molina, se conocieron hace casi dos años, se enamoraron y decidieron casarse. «Era mi sueño de todo la vida y hoy lo voy a hacer realidad», confesó Verónica acerca de celebrar una boda motera. Su pasión por las motos comenzó cuando le regalaron una motocicleta en la celebración de su primera comunión con apenas nueve años. Él es motorista del cuerpo de la Guardia Civil de tráfico.

Cristóbal llegó a su boda sobre una Kawasaki 1000 propiedad de su, ahora, esposa. Los numerosos invitados engalanados con sus mejores trajes esperaban a las puertas del Ayuntamiento de Sant Antoni donde se celebró el enlace para besar, abrazar y felicitar al novio. Todos aguardaban la llegada de la novia, que como es tradición se hizo esperar. Pepi, uno de los miembros de los Àngeles Guardianes, fue la encargada de llevar a la novia hasta el altar en su moto Trike de tres ruedas. «Es la primera vez que llevo una novia en la moto a su boda. Qué cosa más bonita llevo en mi moto. Nos conocemos de las vueltas a Eivissa y de las concentraciones que organizamos. La novia me dijo que si podía llevarla a la boda y yo encantada», comentó la motera. Aplausos y el rugir de los motores se mezclaban con los gritos de: «¡Vivan los novios!». Alrededor de una veintena de moteros acompañaron a la novia hasta el lugar de la ceremonia donde aguardaban invitados y familiares impacientes. Tras la ceremonia civil, familiares, moteros y novios se fueron a celebrar el enlace por todo lo alto. Nada como contraer matrimonio sobre ruedas.

Natalia Salazar