El informe principal esgrimido por el Consell Insular para rechazar el proyecto modificado para instalar un puerto deportivo en es Viver con 694 amarres se centra en la afección a las praderas de posidonia de la zona, si bien estudia todo tipo de posibles impactos negativos, algunos de los cuáles no dejan de ser sorprendentes por lo puntillosos que llegaron a ser los técnicos encargados de su elaboración.

El análisis recogido porel Departament de Política de Mobilitat i Activitats incluye entre los impactos negativos el perjuicio para la actividad económica y para los residentes de la zona y que podrían sufrir «una reducción drástica del uso turístico de las playas», al igual que «el cambio de las condiciones del conjunto del litoral, y especialmente el incremento de las afecciones por emisiones sonras, puede afectar a la población residente local de la zona».

La pérdida de atractivo para los bañistas vendría dada porque la construcción del puerto producirá un «enfangamiento del fondo marino y un gran aumento de la turbiedad de las aguas», mientras que, una vez realizado y en uso, el tráfico de barcos y la falta de corrientes elevará «la producción de aguas estancadas» y con basura o aceites que podrían acabar cubriendo la playa cercana.

Barrera artificial

Pero no sólo las corrientes marinas se verían afectadas según este estudio. El apantallamiento producido por los espigones y los edificios también tendría sus consecuencias. Dicho efecto supondría alterar el régimen de brisas costeras, especialmente de los vientos de mar a tierra, «además de cambios en el régimen de reflexión y absorción del calor», lo que se traducirá en «cambios en las condicions microclimáticas de la franja costera en el sentido de que se prevé un aumento de las temperaturas y de la sensación térmica».

El tráfico de barcos también elevaría los niveles de ruido y la masa de piedra y hormigón también alteraría el paisaje, restándole atractivo. «La elevadísima fragilidad visual debido a la muy importante presencia de observadores potencias, tanto desde escenarios terrestres, aéreos (la práctica totalidad de los pasajeros que llegan en avión( y marinos (casi todos los navegantes entre Eivissa y Formentera), magnifica intensamente la afección visual producida por el puerto», recoge el informe.