Tras una mesa de casi dos metros de largo abarrotada de papeles, incluida una receta de marisco y una solicitud del carné del Real Madrid, Abel Matutes Prats explica su visión del negocio hotelero y de las polémicas surgida en torno a su familia y sus proyectos empresariales.

-¿Estamos ante una situación meramente coyuntural?

-No. En España es una situación estructural, y en Eivissa doblemente. España ha ido perdiendo competitividad en los últimos seis o siete años, con un diferencial de inflación mucho mayor que el de nuestros vecinos teniendo la misma moneda, lo que ha hecho que fuésemos un país caro para exportar nuestros productos y para los turistas que nos visitan. Si eso no lo suples con un mejor producto, con ofertas complementarias que no tienen destinos que compiten vía precios... Eivissa tiene un problema estructural gravísimo y me preocupa que todas las medidas que se han tomado no han sido destinadas a paliar esto, no se ha hecho nada para diferenciarnos. En su lugar, en vez de regular el desmadre del turismo de discoteca para que la cara negativa que pueda dar se solventase, lo que se ha hecho es cargarse la imagen de éstas con el daño que conlleva en uno de los elementos en que teníamos una diferenciación importante y cuyo turismo es de alto poder adquisitivo. Si se hiciese un estudio de marketing, se vería que la gente que más dinero se deja es la gente del turismo náutico, el de golf, el de las discotecas y no tanto las familias. No quiero decir que las familias no sean bienvenidas, al revés, lo son porque son el sustento de la mayoría del turismo de aquí, pero sí que es verdad que para la oferta complementaria no son tan provechosas. Tampoco entiendo que se prohiban inversiones privadas en un momento de crisis que lo que buscan es mejorar el gasto por turista. Estoy hablando del puerto de es Viver y del campo de golf de Platja d'en Bossa. No hay un solo touroperador de golf que comercialice una zona si no tiene cuatro campos en 30 kilómetros. El campo de Platja d'en Bossa lo queremos para embellecer la zona, pero no nos traería el turismo que queremos hasta que no hubiera dos campos de golf más en la Isla.

-Pero la oposición a los campos de golf, además de contra el propio campo por el consumo de agua...

-Eso es una tontería. Si el agua se está tirando al mar, si el campo de golf se hace con agua depurada. Sólo fomenta la recarga de los acuíferos. Todos sabemos cómo están los pozos de Sant Jordi. Si allí se hiciera un campo regado con agua que se tira al mar, ayudaría a regenerar unos acuíferos que están salinizados. Además, consume la mitad de agua que la alfalfa, y no creo que esté prohibida. Es un argumento que han dado algunos ecologistas con mala fe, porque es malo para el medio ambiente.

-Iba a decir que, además del argumento del consumo de agua, se ha dicho que el peligro también está la oferta hotelera, de viviendas al que va ligado. Un consumo de territorio que podría convertir Eivissa en un nuevo Alicante, con masificación y perdida de atractivo.

-Eivissa, que yo sepa, aunque hablo de memoria, tiene un 2% urbanizado y un 2% urbanizable, por lo que no se puede hablar de masificación. Estoy en contra de la masificación, pero se tiene que intentar un término medio. Eivissa no se puede permitir tener siempre un agosto. No puede ser que en enero se tenga a la misma gente que en plena temporada. Ahora, lo que habría que intentar es tener todo el año un junio o un julio. Por eso, creo que habría que incentivar que no hubiese tantos hoteles, reconvertir algunas plazas a residencial, pero siempre con una mejor oferta complementaria.

Hay que dar una alternativa que, además, ya está inventada. He tenido conversaciones con líderes políticos de ambos colores y les he explicado que aquí no hay que inventar la pólvora. Hay zonas que tenían una crisis como la que va a tener Eivissa y que han sabido reciclarse, como Cerdeña o la Costa Azul. Son dos sitios reconocidos internacionalmente por su valor paisajístico.

-El puerto de es Viver y el del golf de Platja d'en Bossa han sido rechazados o bloqueados. Si no hubiera estado detrás la familia Matutes, ¿habrían tenido más posibilidades de salir adelante?

-Más posibilidades no, todas. En el fondo, a los socialistas casi habría que agradecerles... No me gusta meterme en cosas de política porque soy empresario y me gusta llevarme bien con todos, pero a los socialistas, históricamente, hay que agradecerles casi que nos hayan hecho multimillonarios, porque desde los 80, cuando nos empezaron a hacer la vida imposible al no dejarnos invertir en Eivissa, casi nos echaron de la Isla. No nos hubiéramos planteado salir tan pronto a otros mercados si no hubiera sido por el rechazo y la cerrazón que tenía mucha gente aquí respecto a todo lo que hacíamos. Lo que en un principio fue una obligación que nos daba lástima, ha resultado ser parte de la solución y el éxito de nuestra empresa.

-¿Cómo se llega a esta situación de rechazo? No creo que la simple envidia explique esta animadversión.

-No sé contestar. Seguramente algo habremos hecho mal. No digo que no haya algún proyecto con errores, aunque no se me ocurre ninguno, pero lo que sí que hemos hecho mal es no saber vender lo que hacemos. Por ejemplo, desde que mi padre se metió en política, nunca nuestras empresas han ido a un concurso de obra pública para que no se pudiese decir que nos aprovechábamos.

-¿Quizás la clave sea que su padre se metiera en política?

-Estoy seguro de que sí. Pero eso me parece triste. En Estados Unidos, por ejemplo, es normal dar el salto de la empresa a la política y, aunque no sea de tu bando, se aplaude y no se le prejuzga por haber tenido éxito. En España, el juego es bastante más sucio.

-Y con esta experiencia, ¿se ha acabado el ver a un Matutes en política?

-No puedo hablar por todos los Matutes.

-¿Y en su caso concreto?

-En mi caso, se ha acabado ver a un Matutes en política. Ni siquiera ha empezado y no lo hará ni en el corto ni el medio plazo. Casi aseguraría que en el largo tampoco, porque el día que me retire de los negocios no me apetecerá que me estén dando palos continuamente.

-Habrá mucha gente a la que tampoco le tranquilizará este anuncio porque siempre se ha acusado a los Matutes de ser un poder en la sombra. Incluso se usan expresiones como 'el Don' para referirse a su padre o referencias a la práctica caciquil. ¿Qué opina de esas valoraciones?

-Indiferencia total. Desgraciadamente, es un calificativo muy trillado y muy injusto. Si fuésemos eso no llevaríamos los años que llevamos pidiendo el campo de golf sin ni un solo metro de construcción; ni la licencia de es Viver estaría sin ejecutar. No sólo los proyectos plenamente legales estarían hechos, sino que estarían hechas cosas no tan claras ni tan legales. Pero la realidad es que unos nos joden, perdón por la expresión, y los otros nos miran con lupa para que nadie les diga que estamos detrás suyo.

-Entonces, si no se hubiera producido el cambio político y el PP siguiera gobernando, ¿tampoco ve claro que se hubieran podido hacer los proyectos?

-No lo sé porque no se ha dado la situación, pero seguramente tampoco. PP y PSOE deben sentarse a hablar y fijar las bases del futuro de Eivissa, qué son las cosas 'política de Estado' para la Isla y nunca discutirlo. El turismo es 'política de Estado', porque es de lo que vivimos todos, directa o indirectamente, y hay que sentar las bases de lo que hay que hacer en los próximos 20 años, acordándolo por los dos partidos y seguir la misma línea, gobierne uno u otro. Pero no podemos ir dando bandazos, porque es lo que acabará cargándose las cosas.

-El asunto del golf y el puerto, ¿son proyectos que abandonan definitivamente?

-No descartamos ninguno de los dos proyectos porque creemos que son viables, justos y hasta buenos para la isla. Me niego a descartarlos. Lo que sí que debemos empezar a mirar es que si vemos que se está actuando deliberadamente contra los intereses de la empresa o de la familia, nos reservamos el derecho a emprender acciones judiciales.

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