Óscar Soriano, investigador titular del Museo Nacional de Ciencias Naturales que depende del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC, ha estado cuatro días en aguas de Formentera en un trabajo de muestreo de especies marinas para el museo en el que trabaja en colaboración con Alberto Díaz y Félix Sánchez de la empresa CPD especializada en este tipo de trabajos que también envían muestras a los principales laboratorios farmacéuticos.

«Tenemos un convenio con CPD -explicó Soriano al finalizar la última inmersión- y nos dedicamos a ir recogiendo muestras de fauna por todo el mundo, no sólo de la fauna española, y las muestras que recogemos se someten a una serie de pruebas para ver si producen moléculas que sean bioactivas y puedan ser utilizadas para nuevos fármacos, antibióticos, antivíricos, antifúngicos o anticancerígenos».

Soriano, doctor en biología, señalaba que inicialmente centró su campo de trabajo en la fauna de agua dulce pero que desde hace años se dedica casi exclusivamente a la fauna marina: «Las muestras que recogemos van a parar a laboratorios farmacéuticos mientras que nosotros nos dedicamos a identificar la fauna en concreto para las colecciones del Museo Nacional de Ciencias Naturales».

Teniendo en cuenta que han estado trabajando en una Reserva Marina, Soriano dejó claro que «si se trata de animales protegidos o en peligro de extinción» no se cogen, pero sí toman «muestras de la fauna que antes no tenía interés científico pero ahora se considera que sí la tiene o se tienen pistas que inducen a creer que producen las moléculas activas que estamos buscando para curar determinadas enfermedades», explicó, recalcando: «El trabajo no se limita a la fauna sino también a la flora marina, las algas principalmente, lo que pasa es que en el Museo nos ocupamos sólo de fauna mientras que CPD también abarca el campo de la flora marina».

Inmersiones

Durante unos días, han estado haciendo inmersiones en aguas de Formentera, principalmente entre Punta Pedrera y Punta de la Gavina, en las cercanías de es Vedranell, en aguas ibicencas, y en s'Estany des Peix, en la Savina, además de otros puntos del litoral formenterés. Se han tomado muestras en distintos lugares desde mar abierto, lugares cerrados, cuevas, con la intención de barrer todos los ecosistemas que se dan en la zona, desde las praderas de posidonea hasta los veriles de roca.

De todas maneras, el investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales avanzó que nunca se sabe «si lo examinado y recogido será interesante o no; deberán pasar una batería de pruebas, el screening y, cuando da positivo, se selecciona la especie para intentar su cultivo a fin de conseguir la suficiente cantidad de principio activo para su estudio y posterior sintetización». El screening es un proceso relativamente sencillo, según explicó Alberto Díaz: las muestras se mandan al laboratorio donde aislan microorganismos de las muestras y se hacen diversas placas de cultivo para ver si hay enzimas, proteínas u otros productos en una batería de diez células tumorales, y cómo responden ante esos microorganismos. Puede suceder que el tumor deje de crecer, que crezca muy deprisa, que se inhiba... Es un proceso relativamente corto porque ya está muy bien determinado en sus sistemática, «lo verdaderamente largo es lo que supone descubrir un microorganismo que sea efectivo ante una determinada enfermedad y el proceso de pruebas tanto en animales como en personas que debe seguir hasta que llega a la farmacia; a veces pasan diez o quince años».

Lugares distintos

Alberto Díaz, que en su día trabajó en la Reserva Marina de Formentera y con PharmaMar -que cultivó en s'Estany des Peix la Ecteinascidea Turbinata, un microorganismo originario del Caribe del que finalmente se extrajo el ET-743, un principio activo que sirvió de base del Yondelis, un medicamento anticancerígeno de buenos resultados con los sarcomas blandos-, recordó que en aquella época también se obtuvieron microorganismos de los que se han derivado fármacos en fase experimental o prontos a su comercialización procedentes en un caso de la Aplidin, que es una escidia que se recogió cerca de es Vedrà entre los 40 y los 45 metros de profundidad o la Miriápoda, el falso coral rojo que aparece en las redes que no deja de ser un briozoo. Pero al mismo tiempo señaló que en aquella época se hicieron muchos muestreos y ahora «lo que se hace es buscar en lugares distintos como sitios profundos o cuevas, lugares especiales que pueden tener una biodiversidad distinta del entorno genérico y la utilidad es doble, para que el museo tenga material procedente de Formentera y éste pueda servir en el tratamiento de enfermedades degenerativas como el Alzheimer, pero ello no impide que las muestras se utilicen en la investigación de procesos industriales».

Para Félix Sánchez, de CPD, el hecho de que algunas especies ya sean conocidas e investigadas no quiere decir que deban olvidarse: «En el futuro, mediante nuevas pruebas, se les puede dar una utilización concreta en casos de los que ahora no se podía suponer».

Soriano dijo que siempre se habla del aspecto romántico de la conservación del entorno, de los parajes, del ecosistema, pero lo importante es que «la pérdida de biodiversidad supone la desaparición de moléculas que en el futuro podrían tener una gran importancia médica y farmacológica, es, en definitiva, la pérdida de un capital de futuro».

Díaz, que trabajó en la Reserva Marina durante años, reconoció que la protección «se nota» tanto en el número de especies como en el tamaño de las mismas, y señaló que en algunos lugares en los que el mero casi había desaparecido «se veían bastantes y de buen tamaño». «El mero es territorial y si encuentra su sitio siempre permanecerá ahí, y si está tranquilo crece y se reproduce con toda normalidad, y la protección, en ese aspecto, se nota», finalizó.

«El estudio de la fauna nos ha surtido desde hace siglos de una información muy importante y nos ha orientado en qué sentido debemos trabajar -dijo Soriano-, ya que si tomamos por ejemplo a las esponjas, éstas se asientan en una pared, toman agua y la sueltan por un ósculo, un agujero en definitva, pero ello nos señala que si las esponjas no crearan unas moléculas bioactivas que eliminaran a otros organismos, con los sedimentos del mar quedarían recubiertas del fouling, fauna y flora marina, y morirían por no absorber agua para conseguir alimentos y respirar, lo que la selección natural ha hecho es escoger determinados organismos que producen esas moléculas bioactivas que matan o impiden que se fijen sobre su superficie animales o plantas que acabarían con ellas.