Familiares, amigos y representantes políticos posan en el lugar donde se descubrió la placa. FOTO: MARCO TORRES

A Francisca Clapés se le saltan las lágrimas al recordar a Margalida Roig Colomar Llogat en el acto del descubrimiento ayer de la placa en la casa de la calle de Santa Creu en la que vivió sus últimos 20 años la primera sindicalista ibicenca represaliada durante la Guardia Civil. «Era muy buena, la quería mucho», rememoraba Francisca en el homenaje de su amiga, con la que trabajó en la fabrica de calcetines de Can Ventosa. Un acto que coincidió con el centenario de su nacimiento y que contó con la presencia de dos de sus hijos, Joan y Josep, familiares y amigos de esta mujer infatigable y luchadora. Josep Bonet Roig recuerda que su madre «era una persona bastante avanzada porque cuando las mujeres tuvieron la oportunidad de votar, ella fundó el sindicato de mujeres y lo único que miraba era que pagaran lo que era justo».

Su otro hijo, Joan Bonet, que recordaba a su madre como «una mujer muy fuerte, con carácter firme y sin rencor ninguno», agradeció a Fanny Tur el seguimiento que ha hecho a la figura de su madre. «Nos ha traído muchos recuerdos de cosas que teníamos un poco olvidadas», comentaba su hijo, que agradeció también al Ayuntamiento de Eivissa la colocación de la placa.

El primer teniente de alcalde, Vicent Ferrer, hizo una semblanza de Margalida Roig: «Fue una mujer luchadora, una mujer joven que desde los primeros momentos estuvo trabajando en la fabrica Can Ventosa y va a estar implicada en temas sociales y ligada a temas políticos y sindicales. Estuvo encerrada durante siete años en Palma por cuestiones políticas y tras volver vivió veinte años en una casa en Santa Creu».

La concejala de Igualdad de Vila, Mariví Mengual, destacó que «fue una mujer avanzada en su tiempo, un modelo que nos sirve a la gente joven para ser un referente; hemos de conocer a las mujeres que forman parte de nuestra historia y todo lo que nos han aportado para disfrutar de una vida mejor y con más derechos democráticos».

Mengual hizo un perfil biográfico de esta mujer trabajadora y sindicalista que empezó a trabajar a los 15 años. Participó en la formación de la Unión Obrera Femenina. Por su cargo sindical y la huelga en la fabrica de calcetines fue detenida. «No quiso huir. Sus hermanos decidieron salir de la isla pero ella se quedó con su madre y su abuela», señaló. En 1938 fue condenada a cadena perpetua por un delito consumado de adhesión a la rebelión. En 1943 le conmutaron la pena por 12 años de prisión y ese mismo año salió para irse a vivir a su domicilio en la calle Santa Creu.