Efe MINSK

El Real Madrid se juega con seis bajas de habituales titulares, entre nieve y con una climatología que rondará los cinco grados bajo cero, todo su crédito europeo ante el Baté Borísov, tras sufrir dos derrotas consecutivas ante el Juventus italiano, que le obligan a no fallar para acceder a los octavos.

Los tropiezos europeos ante el Juventus iniciaron una crisis de identidad del Real Madrid, agravada tras su eliminación de Copa del Rey ante un equipo de Segunda B, el Real Unión. En el presente, en plena reconstrucción anímica, afronta un partido clave condicionado por la plaga de bajas que sufre.

Bernd Schuster, ratificado en su cargo en un momento clave de la temporada, no puede contar por lesión con Fabio Cannavaro, Arjen Robben, Ruud Van Nistelrooy, Rubén De la Red, Mahamadou Diarra y Gonzalo Higuaín. Todos, hombres importantes de una plantilla corta.

El triunfo ante el Recreativo de Huelva, tan importante en lo anímico como escaso de fútbol, permite al Real Madrid recuperar algo de optimismo, ayudado por el fallo del líder, el Barcelona, y ver reducida la distancia a sólo tres puntos.

La promesa de los jugadores madridistas a su directiva, ganar siete partidos consecutivos, llega a su segunda cita, con condicionantes como el intenso frío que se espera y las bajas. Estas pueden llevar a Schuster a repetir con Sergio Ramos de central, dar continuidad a Miguel Torres en el lateral derecho y recuperar a Gabriel Heinze para el izquierdo.

Con Pepe y Sergio Ramos como centrales, el Real Madrid volvió a dejar su portería a cero después de trece partidos consecutivos encajando goles. Especial atención requiere Wesley Sneijder. Una sobrecarga le tendrá 'entre algodones' hasta el último instante, aunque se espera sea partícipe de un choque vital.

La lesión del jugador que mejor forma mostraba en el Real Madrid, el argentino Higuaín, abrirá por fin las puertas de la titularidad a Javier Saviola. Su paciencia puede tener premio. Es su hora de demostrar que tiene calidad para jugar en un equipo en el que lleva año y medio pasando desapercibido.

Es el partido del año para el Baté Borísov, último clasificado del Grupo H. Los bielorrusos pretenden culminar una participación histórica en Liga de Campeones consiguiendo su primer triunfo en la competición más prestigiosa del Viejo Continente.

Es consciente de que con sólo dos puntos en la clasificación los octavos de final son un milagro con el que cuesta soñar. Más aún tras la derrota en su casa en el último partido, frente al Zenit (0-2), que bajó los humos de los bielorrusos, que se las prometían muy felices tras arrancar sendos empates frente a la Juventus en Minsk y frente a los rusos en San Petersburgo.