En la imagen, uno de los alfareros que mostró al público cómo desarrolla su trabajo. Foto: IRENE G. RUIZ

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Mientras los más pequeños intentaban llegar a los ponis, cerdos negros mallorquines y cabritillos de Eivissa para poder tocarlos o darles algo de comer, los 58 empresarios que participan en la sexta edición de la Fira del Camp, organizada por el Consell d'Eivissa y Fecoef, mostraban al público interesado sus últimos productos. Además, la artesanía también ocupó un lugar destacado, igual que las asociaciones y fundaciones que guardan cierta relación con el medio ambiente y el mundo rural.

Los pasos de baile payés de la olla de sa Bodega inauguraron el primer día de feria, que contó con una comitiva de autoridades encabezada por el presidente del Consell d'Eivissa, Xico Tarrés.

«Venimos a presentar nuestra línea de muebles hechos con madera de palés. Tenemos catálogo y funciona por pedidos. Una mesa y cuatro bancos del tipo chill out para que se sienten ocho personas cuesta 210 euros», afirmó Flor dell' Agnolo, coordinadora de la Fundación Deixalles, quien añadió: «Llevamos tres años participando en esta feria. Lo más importante, aparte de presentar los productos, es el trabajo de inserción laboral que realizamos con personas desfavorecidas». Un poco más adelante estaba Antonio Peinado, trabajador de miel La payesa: «El mercado de producción de miel está muy bien aceptado. La miel de frígola es la que más sale, en nuestro caso. Ahora se acerca la época de recolección porque antiguamente se recogía miel para hacer salsa de Nadal».

De entre los artesanos allí congregados destacaron los miembros de Sa Colla d'Artesans, que agrupa una docena de personas: «Todos los que formamos parte de la asociación, que aún no está constituida por falta de apoyo institucional, tenemos en común que hacemos objetos artesanales, amamos lo que hacemos y respetamos a nuestra isla», afirmó Francesca, integrante de esta formación. Uno de los grandes atractivos de esta feria, y seguramente la razón por la que muchos de los visitantes acuden, es las degustaciones de productos típicos, como las que ofrecían las empresas Peix Sec (trabaja el pescado seco, que antiguamente se consumía mucho en Formentera cuando no se podía conservar por falta de electricidad) o Can Caus, que daba la oportunidad de probar algunos de sus embutidos más populares o las mermeladas de cebolla de Can Malacosta, que según comentaron sus propietarios pueden comerse con paté o carne. Otro de los stands que captó más la atención de los asistentes fue el de la Conselleria de Medi Ambient del Govern balear, pues regalaban árboles para plantar. Aunque, sin duda, alguna los grandes protagonistas de la primera jornada de esta feria fueron los animales: «Nosotros lo que intentamos con nuestra presencia en la feria es hacer ver a los ciudadanos de la isla que se pueden criar todo tipo de animales, ya sean periquitos, roedores o loros», explicó María Balbina Palau, dueña de la pajarería Inseparables.

María José Real