En la imagen, Jean Luc prepara con cariño el arroz integral que será el segundo plato con las algas hijiki. Fotos: IRENE G. RUIZ

a cocina macrobiótica tiene como principal objetivo equilibrar nuestro organismo física y mentalmente.

«El universo funciona con el equilibrio del ying y el yang. El primero es la fuerza expansiva, el segundo la contractiva. Es la filosofía oriental que dice que los antagónicos se complementan. La expansión de esta filosofía en la cocina es la macrobiótica, que consiste en el arte de combinar sabores y alimentos para tener una comida equilibrada que consiga a su vez una buena armonía de nuestro cuerpo física y mentalmente», explica Jean Luc Griesbach, un cocinero especializado en este tipo de comida que ofrece cursos a domicilio y que esta tarde a partir de las 16,00 horas del día de hoy impartirá una charla en el Vermell Café para que el público interesado conozca más detalles sobre este tipo de cocina oriental que cuenta con más de 6.000 años de antigüedad: «El sabor más yang sería el amargo, luego vendría el salado y el ying, que son los más dulces y ácidos. Nosotros tomamos por la mañana cosas azucaradas, que son expansivas y nos relajan, por eso necesitamos un café para activarnos, mientras que los japoneses toman proteínas y sales minerales, por eso son tan dinámicos y tienen siempre tanta energía».

La base de la cocina macrobiótica son los cereales integrales. Según explica Jean Luc tienen una proporción ying-yang casi perfecta: «La proporción es de 4'5 ying por un yang, que es el equilibrio casi perfecto porque el universo se compone de cinco ying por un yang. Por eso se les considera la base de esta cocina». Otro de los puntos importantes en este tipo de cocina oriental es la ausencia de levadura y sal sin refinar: «El pan Osawa recibe el nombre del japonés que introdujo este tipo de cocina en Occidente y no lleva levadura. La levadura es expansiva, por lo que cuando entra en nuestro organismo dilata el estómago y los intestinos y nos nos hace ningún bien. Se puede comer pan con levadura, pero no abusar».

María José Real

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