os alumnos, la mayoría mujeres, asisten a estas clases rodeadas de trozos de vasijas, jarrones y cuencos de distintas clases de cerámica, pinceles, pipetas y líquidos para poder proceder a limpiar y tras un laborioso proceso, llegar a recomponer una de las obras rotas. La profesora, Helena Jiménez, es un restauradora especializada en la reconstrucción, reparación y recuperación de piezas arqueológicas que trabaja dentro del laboratorio del propio museo. «Es el primer curso que organizamos de este tipo y la verdad es que es muy interesante ya que se enfoca a la reparación o restauración de cosas que podamos tener en casa», explicó Jiménez. Las clases comenzaron la semana pasada, concretamente el 20 de enero, y durante las ocho sesiones de que consta el curso las alumnas verán tanto una parte teórica como la parte práctica necesaria para poder reconstruir, por ejemplo, un jarrón roto. El curso concluirá el día 12 del próximo mes. Durante la clase de ayer estuvieron viendo parte de la teoría relacionada con las técnicas de restauración. En concreto, con la limpieza y la adhesión. Muchas de las aprendices se apuntaron por curiosidad, como Teresa Pascual a la que le encantan todos estos temas. Otras de las alumnas que se han apuntado al curso de restauración son trabajadoras del museo y acudir a estas clases les ayuda a profundizar en el amplio campo de la restauración. El caso de Marina Auladell es diferente. Ella asiste a estas clases porque quiere estudiar la carrera de Bellas Artes y especializarse en restauración. «Ahora que estoy haciendo el curso tengo mucho más claro qué esto es lo que quiero estudiar», explicó Auladell mientras procedía a despegar cuidadosamente los trozos de cerámica con una pipeta y acetona, para más tarde proceder a su pegado y reconstrucción definitiva. Un minucioso arte que requiere mucha paciencia. lNatalia Salazar