A las 10,32 horas de la mañana de ayer, una avería en un cable de media tensión dejó prácticamente a media isla sin suministro eléctrico. Las zonas afectadas fueron Ca Marí, Sant Francesc, es Cap de Barbaria, Cala Saona, Porto-Salè, la zona industrial y la Savina. Según los datos facilitados por GESA significaba un total de 2.669 abonados. Aunque a las once de la mañana GESA decía que el apagón afectaba a 2.500 abonados de los que 1.600 habían recuperado la luz por lo que sólo queda restablecer el servicio a 900 clientes, lo cierto es que no era así.

A la una, GESA no podía facilitar información de la avería y se limitaba a decir que había sido un problema de la línea que va de la central de GESA en Ca Marí a Sant Francesc sin dar más detalles; sería a última hora cuando confirmaron que se habría producido un rotura en un cable de media tensión y las previsiones, que esta vez sí se confirmaron, era de que a las dos de la tarde se restableciera el suministro.

Los bares se vieron ayer incapaces de atender a los clientes en sus peticiones ya que ni cafés, ni cortados, ni capuchinos podían servirse, como mucho descafeinados de sobre. Adiós a las tostadas, los granizados, los zumos naturales y batidos, y a medida que pasaban las horas se iban quedando sin vasos ni copas, pues tampoco tenían agua para lavar los sucios. El Bar Centro, por ejemplo, tuvo que echar manos de los vasos de plástico que quedaban de la fiesta flower power.

Transferencias

En los bancos las cosas no eran mejores, no se podían hacer transferencias con todo el sistema informático caído y las condiciones de trabajo no eran las mejores. «Y lo peor es que ha pasado un lunes por la mañana cuando, después de dos días cerrados -decía el responsable de un establecimiento bancario-, es cuando más trabajo tenemos porque mucha gente viene a ingresar las recaudaciones de fin de semana, a buscar cambio y a hacer un sinfín de papeleo».

Las dependencias del Consell sufrían del mismo mal, con los ordenadores inoperantes el trabajo se situó bajo mínimos y el propio presidente, Jaume Ferrer, decía: «Es el tercer gran apagón en lo que va de año y no hemos llegado a agosto, cuando más demanda de electricidad hay, veremos que sucede», con una cara de preocupación evidente.

Perecederos

Quienes más preocupados estaban era los establecimientos de alimentación con productos perecederos, refrigerados o congelados, ya que tras la última experiencia no las tenían todas consigo, aunque algunos afirmaban que tras sábado tarde y domingo mañana cerrado las cámaras estaban óptimas y que si sólo se trataba de unas pocas horas no habría problemas.

En una pescadería, a la una y media estaban echando el poco hielo picado que les quedaba al pescado fresco y habían tenido que retirar el marisco de los viveros, pero, avisados de que probablemente la luz regresaría a las dos, esperaban «a ver si es verdad y podemos dejarlo todo como corresponde».