Cada vez resulta más difícil observar imágenes como esta en el centro de Sant Antoni.

Los tenderos de Sant Antoni están hartos de sentirse «toreados por las Administraciones» y han decidido plantarse con el tema de la venta ambulante, la comercialización de productos falsificados y la competencia que supone el mercadillo del puerto. En una asamblea celebrada el viernes por la noche, en la que estuvieron representados más de medio centenar de empresarios del centro del pueblo, la Asociación de Comerciantes de Sant Antoni acordó plantear un ultimatum al Ayuntamiento y, si este no atiende a sus reclamaciones, realizarán un paro patronal.

«Llevamos años con lo mismo y cuando las cosas iban bien y hacíamos algo de caja para ir subsistiendo, aguantábamos, pero ahora la situación es peor y la gente está desesperada por lo que se ha decidido hacer un primer paro de 10 a 12 de la mañana del día 6 de julio y si el Ayuntamiento sigue ignorándonos, llegarán otros de más tiempo», aseguró Joan Torres, portavoz de la asociación.

Esta medida, que irá acompañada de una sentada frente al edificio consistorial, se podrá evitar si la Administración local da cumplimiento, antes del viernes, a las exigencias de los comerciantes que se presentarán mañana por escrito en el Ayuntamiento al tiempo que se solicitará una reunión con el alcalde, Josep Sala, para tratar la cuestión.

Respecto a estas peticiones, el concejal de Comercio, Josep Cardona Parentona, evitó pronunciarse «hasta no tener en mis manos el documento» aunque reconoció que le habían llegado algunas quejas sobre los mercadillos. «Lo que no entiendo es que, si un mercadillo es malo en un sitio, tenga que ser bueno en otro», apuntó.

Medidas necesarias

Los propietarios de tiendas, apuntó Torres, dirigen sus críticas contra el Consistorio por permitir actividades como la venta ambulante, de falsificaciones y «y la venta de todo en los mercadillos en primera línea de mar», señaló Torres, quién recalcó que «en este último caso no vamos contra los vendedores, si no contra el equipo municipal».

En el caso de la venta ambulante, los tenderos afirman que «quienes la practican son un colectivo muy pequeño, bien identificado y que, en muchos casos, vende productos falsificados que luego se pueden encontrar también en algunas tiendas concretas y bien conocidas por lo que no es tan difícil erradicarla».

«No es sólo una cuestión de que nos quiten trabajo, es que también ofrecen una pésima imagen del pueblo. Sabemos que no han matado a nadie, pero pedimos que se haga una presión suficiente para que dejen de vender aquí», apuntó el portavoz de los empresarios.

Respecto a los mercadillos situados en la zona del Passeig de ses Fonts, «se ha intentado anteriormente en varios sitios, incluso gastándose 20.000 euros para adecuar la zona norte de la plaça de s'Esglèsia, pero como los vendedores les han dicho que no y el Ayuntamiento no ha mantenido una postura firme, han acabado junto al mar, que es lo que quieren», aseguró Torres.

«Les ponen en bandeja, casi sin pagar, estar en aquella zona y vender lo que quieran, por lo que muchas tiendas se ven afectadas, especialmente las de souvenires, boutiques y tiendas de moda y complementos», apuntó.

Flujo hacia el centro

Desde la Asociación de Comerciantes se defiende el traslado de estas instalaciones hacia el centro de la localidad «para evitar crear un 'tapón' en el movimiento de los turistas en la fachada marítima», apuntó Torres. «Si el Ayuntamiento considera que un mercadillo es un atractivo turístico, es evidente que no debe estar donde ya acuden los turistas», explicó. «La gente ya acude a la zona pegada al mar, para ver la fachada marítima o la puesta de sol, y si se coloca el mercado allí, no se mueven», añadió.

«Nosotros no vamos a decir donde se puede colocar porque se podría interpretar que se quiere beneficiar a algún negocio. La decisión tendrá que tomarse entre todos», concluyó.

Torres explicó que la crisis está colocando en una «situación difícil a muchos comerciantes que apenas facturan, tienen que hacer frente a los pagarés de la mercancía comprada en invierno y, por supuesto, no han visto que bajaran los impuestos».

El momento es tan complicado que «habrá que pensar en un plan para evitar cierres», advirtió. «Los que peor lo pasan son las tiendas de ropa, complementos y souvenires, porque son las que tienen más competencia con el mercadillo, pero el resto tampoco venden mucho y no pueden contar con que en invierno los dueños de las tiendas hagan compras», señaló.

Según explicó, en el conjunto de Sant Antoni existen unas 300 tiendas, con una media de tres empleados, además del propietario. «Unos 1.200 trabajos que están en el aire, sin contar con los restaurantes del centro que viven la misma situación que nosotros», añadió.