Los féretros de los agentes asesinados por ETA salen de la Catedral tras el funeral, al que asistieron los príncipes de Asturias y las infantas Elena y Cristina.

La expresión de este joven guardia civil es un reflejo de lo que se vivió ayer en Mallorca, especialmente en Palma y Palmanova.

El zarpazo terrorista sacudió la Isla y los ciudadanos, empezando por las familias de los dos jóvenes asesinados, todavía se encuentran bajo los efectos de un shock tan salvaje como inesperado. Diego y Carlos ya descansan en paz, pero muchos de sus compañeros no lo harán hasta que los causantes de tanto sufrimiento sean capturados.

 

Las escenas vividas ayer en dos escenarios habitualmente tan festivos como el Palau de l'Almudaina y la Seu difícilmente serán olvidadas. Fue la primera vez y, por el bien de todos, sería de desear que fuera la última que, no sólo Mallorca, sino cualquier lugar del país, viva una jornada de luto y dolor como la de ayer.

 

 

Sentimientos

 

En una jornada tan cargada de sentimientos hubo tiempo para gritos, lamentos, lloros y también insultos. Todos ellos justificados. Justos, ya es otra historia, pero ¿cómo se le podría hablar de lo que es justo a una madre que acaba de perder a su hijo de una forma tan cruel o a una hermana a la que acaban de quitarle lo que más quería en esta vida? Está en el sueldo de los políticos soportar las quejas, reproches e incluso improperios de los ciudadanos.

 

El atentado del pasado jueves, qué cerca parece por una parte y qué lejano por otra, arrastra y arrastrará un buen número de interrogantes. Tiempo habrá de preguntarse y conocer qué ha pasado para que, en teoría, en uno de los lugares más seguros del mundo, haya sucedido un atentado de semejante magnitud.

 

Ayer, sin embargo, era un día para el luto y el sufrimiento. La presencia de las primeras autoridades políticas de España y de parte de la Familia Real (los Reyes tienen prevista su llegada a Mallorca en la tarde de hoy) en los actos fúnebres no vino sino a dar más realce a la tragedia vivida.

 

Silencio

Palma y Palmanova acapararon los actos más importantes en homenaje a las dos víctimas. Pero no fueron, ni mucho menos, los únicos lugares donde se les rindió este merecido homenaje que sería de desear que no fuera el último. Habrá que achacar a la, por fortuna falta de experiencia hasta esta triste fecha del 30-J, para que no se haya organizado, ni esté previsto hacerlo en los próximos días, una manifestación masiva en Palma en repulsa de ETA.

 

Los ayuntamientos de las principales localidades de Mallorca, así como numerosas organizaciones de todos los ámbitos de la sociedad, organizaron sus respectivos minutos de silencio, y decenas de asociaciones enviaron a los medios de comunicación mensajes de condolencia. Unos actos sin duda muy loables y sentidos, pero sin la unidad aglutinadora de las instituciones.

 

La vida sigue para que los que hemos tenido la suerte de no caer en las garras asesinas de esta gentuza. Porque no conviene olvidar que el jueves fueron Carlos y Diego, pero nadie está a salvo. Bueno, lo cierto que unos sí que están mucho más a salvo que otros, pero eso es otra historia.