Con puntualidad inglesa, aunque ellos son del barrio de Brooklyn en Nueva York, comenzó el concierto de Vampire Weekend a las 22,30 horas del martes pasado en la terraza de Ibiza Rocks Hotel. Y la puntualidad no fue lo único que recordaba a la cultura inglesa. Los jovencísimos cuatro miembros del grupo vestían un atuendo estudiantil que recordaba a las bandas 'poperas' de Liverpool. Es difícil clasificar su estilo ya que saltan de uno a otro jugando continuamente con todo tipo de ritmos pegadizos.

El público, principalmente inglés, comenzó a deshacerse en gritos y aullidos con los primeros compases de la breve intro que sirvió de aperitivo del excelente concierto que ofrecieron los recién iniciados músicos, aunque apuntan maneras. Tan sólo cuentan con un disco que lleva por título el nombre de la banda, aunque en breve publicarán su nuevo trabajo. De éste se tocaron cuatro nuevos temas durante el concierto de una hora de duración.

Bailar, saltar y gritar era lo que hacía todo el público, algo menos que en ocasiones anteriores, que acudió a ver a Vampire Weekend. Tan sólo un par de espontáneos disfrutaron del espectáculo musical lanzándose hacia los fans para ser elevados sobre cabezas y manos. Ellos parecían flotar más que el resto.

La euforia llegó con dos grandes temas que tiene la banda, A Punk y Mansard Roof, pero lo cierto es que tanto en los temas nuevos como en los de su primer trabajo no abusaron de repetir hasta la saciedad los estribillos, como hacen otros grupos, sino que muy al contrario sus temas son ágiles y se podría decir que incluso algo breves. El dicho popular reza, lo bueno si breve dos veces bueno. Y sus temas lo son.

Casi al final del concierto una fan lanzó al escenario, a modo de regalo fetiche, su sujetador. El bajista de la banda lo recogió, lo colgó en el pie del micro y al acabar su concierto se lo llevó.