La familia del hotelero Alberto Torres, que está en prisión provisional por cohecho y tráfico de influencias dentro del caso Huerta, defendió ayer que la relación del empresario con el ex arquitecto municipal de Sant Josep Antonio Huerta fue «absolutamente normal» y «estrictamente profesional». Torres está en la cárcel por haber participado presuntamente en la trama de corrupción urbanística de Huerta al vender unos terrenos de Cala Molí con la supuesta intermediación del ex arquitecto municipal.

Desde la familia de Torres aseguraron ayer que no se le pudo dar ningún trato de favor desde el Ayuntamiento de Sant Josep porque el terreno que compró el hotelero en Cala Molí ya tenía el 30% de la urbanización ejecutada y contaba con licencia de construcción, de modo que Sant Josep no le aprobó ninguna actuación urbanística. Sólo hubo una petición de recepción que no fue aceptada y que sí fue aprobada en un segundo intento.

Además, la familia destaca que el suelo sólo estuvo poco más de un año en manos del hotelero, que lo adquirió al Grupo Argentaria Banco Exterior durante la crisis inmobiliaria de los 90 y lo vendió al poco tiempo cuando se reactivó el mercado inmobiliario y recibió buenas ofertas de promotores, entre ellos el Grupo Medi, al que finalmente se lo vendió. Compró poco antes del 99 y vendió alrededor del 2000 con unos beneficios que la familia no quiere desvelar pero que aseguran que se obtuvieron de forma «totalmente lícita». Antes de comprar fue cuando conoció a Huerta al acudir al Ayuntamiento para conocer la situación de los terrenos.

El portavoz de la familia, al ser preguntado por la invasión de la urbanización en un área protegida, aseguró no conocer los detalles, pero insistió en que Torres era el tercer propietario de la finca. Por eso, considera «totalmente disparatadas» las hipótesis que relacionan al hotelero con la trama de corrupción urbanística de Huerta.

Posteriormente a la venta de Cala Molí, Alberto Torres contrató el despacho de arquitectos de Huerta para una obra en Santa Eulària. «Lo hizo porque era el único que hacía los proyectos en tres dimensiones y como no había incompatibilidad para trabajar fuera de Sant Josep lo contrató», explicó el portavoz de la familia Torres, que aseguró que Huerta no intermedió en la venta al Grupo Medi. Posteriormente el hotelero compró otro solar en Cala Tarida para construir un hotel para el que no consiguió licencia y que vendió. Con ese dinero compró el terreno para construir el hotel Aguas de Ibiza.

Desde la familia quisieron ayer agradecer a todas las «personas e instituciones» que les han apoyado en los últimos días. «Saben que Alberto Torres es inocente y por eso le apoyan», insistió el portavoz de la familia. El hijo del hotelero aseguró que su padre cuenta con «todo el apoyo de la sociedad ibicenca». También quiso transmitir a su progenitor, con el que no se pueden comunicar, que están haciendo todo lo posible a nivel legal para sacarle de la cárcel cuanto antes.

La familia Torres denunció ayer ante el juzgado de guardia a las personas responsables de las filtraciones a la prensa. «Es una filtración inadmisible y es desproporcionado que este señor inocente sea tratado de esta forma», aseguran. El portavoz de la familia relató que la Guardia Civil y la secretaria judicial aparecieron en casa de Torres el domingo a las ocho y media de la mañana para detenerle e informarle de los delitos de los que se le acusaba. El problema es que la Guardia Civil no le dijo en relación a qué caso se le detenía alegando secreto sumarial. «Torres facilitó en todo momento el registro de la casa y de las oficinas, donde se llevaron el ordenador, documentación y planos», explicó el portavoz. Al día siguiente se enteraron por este periódico de que se le arrestaba en relación al caso Huerta. «Han vulnerado y conculcado los derechos del señor Torres», expresó el portavoz, que indicó que no entienden por qué tiene que estar en prisión para evitar destrucción de pruebas «si no tiene nada que destruir». Además, recuerdan que la causa está abierta desde 2005 y ha habido «tiempo suficiente» de realizar estas pruebas, al margen de que «hay cuatro imputados en libertad que han podido destruirlo todo». También se quejan de que haya tenido que ser esposado y enviado a prisión cuando se le podría haber llamado como testigo o imputado. «No tiene ningún sentido salvo que haya intención de chantajear a Alberto para que diga algo que no sabe», añadieron los familiares, que aseguraron que el hotelero está incomunicado y no le pueden visitar hasta el fin de semana porque «está en una celda como un terrorista».