Kris Barnes durante su sesión donde la tatuadora ibicenca Tai Iglesias le realizó su primer gran tatuaje: una sirena en el brazo. Foto: TONI MILIAN

Desde que era niño me he sentido fascinado por la figura de la sirenas. ¡Me encantan!», explica Kris Barnes, de Londres, mientras Tai Iglesias, tatuadora ibicenca, le hace su primer gran dibujo, que le recorre el hombro hasta el brazo. Además lleva una estrella en el tobillo y las iniciales de sus padres en la muñeca.

Kris Barnes es sólo una de las cientos de personas que pasan cada verano por el estudio donde ella trabaja, Tatoo Flame en Vila. Y por supuesto este no es el único, ya que Eivissa cuenta con una gran tradición en el arte de decorarse la piel eternamente. La intención inicial de cualquier tatuaje es permanecer con el que lo luce para siempre, pero actualmente existen técnicas que los eliminan por completo.

«En el 99, cuando abrí el estudio, en el centro de Eivissa tan sólo había 3 tiendas de tatuajes, la mía (Flame), Hincadelic y Tahiti Tatoo. Seguro que la isla Eivissa es uno de los lugares con más estudios de tatuajes en relación a la cantidad de habitantes», comenta Josito Villegas, propietario de este estudio.

Aunque no hay estadísticas que recojan las cifras acerca de cuántas personas están tatuadas o si se hace por moda, por estética o por cualquier otra razón, lo cierto es que el arte de tatuarse la piel sigue estando vigente tras más de 3.000 años de esta legendaria práctica. Aunque hay algunos estudiosos que los cifran mucho antes. «Para mí lo que tiene sentido es tatuarse por una combinación entre la estética y el significado que das», comenta Martín Mon. Desde hace 16 años pinta la piel de sus clientes. «Aún está sin terminar. Esto son sólo las líneas del tatuaje, falta el relleno de color, las sombras y todos los detalles», explica acerca de la Tara, una diosa hindú, que le está haciendo a Anais, otra cliente, en toda la espalda. Aún tendrá que volver y 'sufrir' un poco más, antes de que lo vea terminado del todo.

Mientras, en el mostrador, Tere Quilez, de Valencia, pide hora para hacerse una pequeña estrella en la zona pélvica. «Es mi primer tatuaje y, la verdad, el único que me ha gustado», comentó. Su amiga Belén Moreno la ha llevado a este estudio donde ella se tatuó hace dos meses una flor con una 'j', la inicial de su sobrino Jaime.

Ya sean grandes o pequeños, por simple moda o cómo homenaje o recuerdo de un ser querido, los tatuajes responden sólo a una decisión personal y son un arte cada vez más extendido. Natalia Salazar