M.G./R.C.

Si el sector de la pesca no se regula, de aquí a 2048 desaparecerán de los mares todos los peces comestibles, lo que provocará una hambruna que afectaría a 1,2 millones de personas. Éste es uno de los más terribles vaticinios que se realizan en el documental 'The end of the line', basado en la obra homónima de Charles Clover. En esta película, estrenada el pasado martes en Palma y que busca actuar como revulsivo, se advierte del peligro real de desaparición del atún rojo por las prácticas ilegales y la pesca abusiva. Se augura una esquilma irreversible en el año 2050, de ahí que las principales organizaciones ecologistas del mundo reclamen desde hace años la creación de un santuario dentro de las aguas territoriales de Balears.

Y es que nuestro archipiélago ha representado tradicionalmente la zona más importante de capturas de atún rojo en el mundo. Sin embargo, según Oceana, desde el año 2000 las capturas han descendido en un 85%, debido a la sobrepesca producida por una flota de cerqueros industriales, subvencionada por los gobiernos europeos y desproporcionada para el tamaño del stock de atún rojo. Esto ha originado una fuerte caída de las poblaciones de atún rojo que puede conducir a su desaparición. Por eso, todos los científicos especialistas coinciden en que es necesario el cierre de la pesquería en todo el Mediterráneo hasta que el stock se recupere, así como el establecimiento de un área de reserva permanente en la zona de reproducción de las Illes Balears.

Mitsubishi -el gigante multinacional japonés que compra hasta un 60% del atún rojo pescado en el Mediterráneo- es el primer eslabón de una larga cadena de cómplices. «Mitsubishi está congelando atún, consciente de que la caída de existencias va a disparar el precio», dice en el documental Roberto Mielco, ex pescador de atún y ahora activista.

Luego están las empresas de pesca como la murciana Ricardo Fuentes e Hijos, socia de Mitsubishi, que ha encontrado una mina de oro en las jaulas de engorde tendidas en el Mediterráneo. Jaulas repletas de atunes jóvenes cogidos a veces con la ayuda de aviones Cessna que se matan con rifles automáticos en cuanto tienen el peso que exige Mitsubishi. El 80% de la producción de atún rojo en el Mediterráneo se obtiene ya de estos cercos industriales, y los enormes buques de refrigeración son depósitos de valores. Un atún rojo bien engordado se vende por 100.000 euros.

Los últimos culpables del inminente fin del atún rojo y, más a largo plazo, de todos los peces grandes, son gobiernos y entidades como la Comisión Europea -«plastilina en las manos del lobby pesquero»-. Las restricciones del organismo regulador (ICCAT) siempre rebasan las mínimas recomendadas por la comunidad científica para la supervivencia de la especie. Gobiernos como el español mantiene flotas pesqueras sobredimensionadas, que representan el 25% de toda la flota europea.