Sebastián Fernández Muñoz tiene 44 años y siete hijos y vive en Eivissa desde que tenía seis meses de edad. Hace tiempo que se ha trasladado a vivir a Puig d'es Molins aunque no ceja en su empeño por luchar por su barrio de toda la vida, sa Penya. El vivía allí «cuando todavía no se echaba las llaves en las puertas».

«Llevó unos 18 meses luchando por la integración social de mi pueblo y que se demuestre con hechos que no somos un pueblo marginado. Quiero sensibilizar a corazones fríos y calientes en lo que se puede y se debe hacer en sa Penya», explica este hombre casi con lágrimas en los ojos. Su pasión es su gente y su barrio de toda la vida. «Mi lucha son los niños del mundo y creo que hacer las cosas desde dentro para poder solucionarlas. Tengo un proyecto innovador para sacar de la marginación social a los niños del barrio. Ellos son los hijos, de los hijos, de los padres que se equivocaron los que ahora viven en sa Penya. La marginación social genera odio», añade.

Para él, las administraciones públicas no han sabido entender el verdadero problema que vive este barrio histórico de Vila, «no por falta de habilidad sino de ética. Hay que decir claramente lo que se necesita para la integración de mi gente», apunta.

Sebastián Fernández Muñoz además de luchar por su pueblo, también escribe poemas. Uno de sus favoritos es sobre su barrio y que resume en verso porqué se ha degradado tanto: «Un barrio cualquiera donde se respira aroma a salitre, con sabor a algas marinas... Este es mi barrio, un barrio cualquiera. Donde la envidia, la avaricia y codicia son ignoradas por otros valores que nos enriquecen rebosando a sus gentes. Un barrio de pescadores donde hacen sus olores sus días limpios. Un barrio cualquiera donde gente de guante blanco engordan sus carteras oscureciendo con sangre la belleza de sus calles», versa un fragmento de su poema, Mi barrio, sa Penya.

N. S.