Este fin de semana en Formentera hay una fiesta básica, la patronal de el Pilar de la Mola, que año tras año crece en eventos, duración y participación ciudadana, lo cual es un bien, como dicen unos, y un mal como auguran los pesimistas. Lo cierto que este fin de semana la Mola está que se sale, ayer hubo de todo y no más porque los días no tienen más horas.

A primera hora de la mañana ya comenzaban los tiradores a darle al gatillo.Lo curioso es que dos de los grandes actos habituales de la Mola se llevan a cabo desde hace 18 años en la Savina, la otra punta de la isla y se trata del encuentro de llaüts y botes de vela latina y la vuelta a vela a la isla; claro que ayer lo tenían complicado los participantes porque el mar era un espejo impecable e implacable y el viento era tan débil que dar la vuelta a la isla se antojaba un trabajo de Hércules.

Quizás por ello la organización ya tenía prevista una competición, la subida a la Mola para ir concienciando a la población de que había que subir al altiplano. Allí se pudo observar la exhibición de aeromodelismo que tuvo lugar en sa Punta de sa Xindri o el primer campeonato de coches de radio control que se llevó a cabo en el parking junto a Can Blaiet, a la entrada del núcleo urbano de la Mola.

Luego, premios para los tiradores, premios para los que subieron corriendo a la Mola y, competición no puntuable par la Oktober Fest, una manera de celebrar el octubre, una fiesta de origen alemán que a nadie que le gusten las fiestas le molesta. Las reglas son básicas, cerveza, ensalada de patatas, salchichas y otras carnes a la plancha, y sobre todo, marcha y buen humor.

En el recinto de la escuelas de la Mola, donde se celebraba la fiesta, los estudiantes vendían sus pasteles para recaudar fondos para viajes de estudios, se habían montado atracciones para los más pequeños y por la tarde estaban previstas las exposiciones de dibujos de los pequeños en el colegio de la Mola, la exposición de fotos antiguas, el mercado artesanal, la animación infantil a cargo de 'Rodamons' y finalmente el espectáculo 'clowns' en la plaza del mercadillo.

Guillermo Romaní