Los niños de Sa Graduada atendían a las explicaciones sobre la historia. | Irene G.Ruiz

He visto una pista!», gritaba uno de los pequeños dirigiéndose al resto de sus compañeros, que no hacían caso a las indicaciones de una de las maestras. El papel, cuidadosamente colocado por un supuesto pirata, se encontraba en uno de los cañones del baluarte de Sant Jaume. Allí, los niños se hicieron con la penúltima prueba que les llevaría, minutos después, hasta el tesoro.

«Hemos estudiado las distintas procedencias de los alumnos de la clase, como Marruecos, Filipinas, República Checa o las distintas Comunidades Autónomas. Hemos dejado para el final Eivissa que es con la que todos tienen relación», explicaba ayer Elvira Felipe, una de las profesoras que acompañaba al primer grupo con 35 pequeños piratas. «Estos trabajos se han hecho con la participación de los padres, ya que uno de los objetivos educativos es que las familias se impliquen», añadía. Por eso, a esta actividad didáctica acudieron, además de otras profesoras, también varios padres y madres. «Están muy emocionados y además, es una excursión enfocada de una forma muy diferente», comentaba Antonia, madre de Manuel, mientras los pequeños continuaban su recorrido por Dalt Vila. «De está manera aprenden de verdad ya que se les despierta la curiosidad por todo lo que ocurre», Añadió esta madre.

La participación e implicación de padres y madres ha ido más allá. «Hemos adaptado una gincana que había elaborado la madre de Ana, la de Bet ha organizado la visita al centro de interpretación Medina Yabisha y también, recibimos la visita de una abuela que cantó xacotas ytambién graxionera», comentó López.

Mientras, los piratas de Sa Graduada se quitaban de las manos una de las pistas que resolverían el enigma y completarían el mapa del tesoro. «La primera pista era buscar un túnel y la segunda teníamos que encontrar una torre con un reloj», explicaban Joan y Franc, dos de los habilidosos piratas.