Yolanda Andreoli, por Àlex Fito.

(Parma, Italia) A los cinco años su familia deja Italia y se va a Argentina pero siempre ha estado muy vinculada a España. «Casi todas mis amigas eran hijas de españoles. Comí, bebí y absorbí la cultura española» , afirma. Después, tuvo las oportunidad de recorrer Andalucia y trabajar en Madrid como arquitecta. Recuerda con añoranza su viaje de fin de estudios recorriendo Europa durante meses. Al casarse se traslada a Caracas donde empieza su vinculación con el Rotary Club Altamira. A Eivissa viene de vacaciones desde los años 90 donde su madrina, Helena Ahnelt de Huslay, tiene una casa. «Ella había enviudado y yo me acaba de divorciar. Me ofreció venirme a vivir con ella a Eivissa y acepté», recuerda. Liquidó sus negocios en Venezuela y en 2002 hizo la mudanza. Desde 2003 está en el Club Rotary de Eivissa, que preside ahora.

-¿Cómo decide una mujer ser rotaria?
-En Venezuela la mitad de las rotarias son mujeres. En 1989, en los estatutos de Rotary Internacional se aceptó que las mujeres formen parte de la vida rotaria y son los hombres los que se sienten con su terreno invadido. La primera mujer que entró en Rotary Club Eivissa fue Nuria Ferrer, que era entonces teniente de alcalde de Santa Eulària.

-¿Por qué hay tan pocas mujeres?
-En Eivissa éramos cinco pero una de ellas se marchó al Consulado de España de Andorra y es la primera mujer que entra como rotaria en aquel país. Otra no asiste porque tuvo un accidente y también tenemos a Nuria Ferrer y a Marienna Sánchez Jáuregui.

-Los rotarios tienen fama de ser un club muy selecto.
-Lo único que pedimos para ser rotario es que sea profesional o empresario y esté asentado en su vida para dedicar tiempo, esfuerzo y colaboración a la acción rotaria, pero tenemos el problema de que que nuestro horario no es compatible con la actividad profesional o empresarial de algunos rotarios y eso les impide estar con nosotros a la hora de la comida. Somos 29 socios en Eivissa.

-¿Sabe que hay gente que asocia los rotarios con los masones?
-Esa es la mala fama que nos viene de la época de Franco. El primer club rotario de habla española estuvo en Cuba y cuando subió Castro al poder lo prohibió. Lo mismo hizo Franco, que pensaba de nosotros que éramos gente independiente y cómo no podíamos tener control sobre ello, teníamos que ser masones. Cuando acaba la dictadura es cuando se reimplanta el rotarismo en España. Estamos muy atrasados con respecto al rotarismo de toda Europa porque no han tenido 30 años de suspensión de todas las libertades.

-Pero les dura bastante la mala fama, porque Franco ya hace tiempo que murió.
-Parece que la gente no olvida las cosas negativas. Eso permanece más en el tiempo que las buenas acciones.

-¿Cómo vive el club rotario una situación como la de la crisis?
-Hemos sido siempre muy administradores. Apoyamos mucho de forma personal el mantenimiento del club. Organizamos cous cous solidarios. Los rotarios trabajamos de cocineros bajo la tutoría de Juan Tur Viñas, que es el genio que aprendió la técnica saharaui.

-Por lo que veo no les ha afectado la crisis porque dicen ser muy administradores.
-Aportamos 80 euros al mes y con ese dinero pagamos parte de la comida de nuestra reunión del miércoles. Nos organizamos para conseguir mucha gente que nos apoya, como cuando hicimos los arroces de matanzas y con ellos se ha donado a Cruz Roja, la Fundación Vicente Ferrer y Manos Unidas.

-¿Es Eivissa el destino final para una mujer tan viajera como usted?
-No puedo decir que de este agua no he de beber pero sí que es mi periodo más feliz por todo lo que puedo brindar con mi capacidad, mi tiempo y mis ganas de dar y entregar. Dicen que el que más recibe es el que más otorga.

-¿Se considera una mujer privilegiada?
-Sí, por todo lo que hago, tengo buena salud y amigos que he encontrado en la sociedad ibicenca. Nuria Ferrer me abrió las puertas de su casa y de sus amigos como Pepita Marí Marí y Rosa María Juan Cardona.