A la izquierda Nacho Martín, el carpintero, con su hija Margarita, junto a Francisco Àlvarez. | Natalia Salazar

En una zona boscosa, poco accesible, en Santa Agnès, es donde se encuentra ubicado el tatami que Francisco Àlvarez, de Nobles, junto con la ayuda de mucha gente, ha conseguido construir. «La idea es mantener la esencia del arte marcial, que está en equilibrio con la naturaleza, y el entrenamiento sin distracciones externas. Aquí vendrá gente que necesita herramientas para enderezar su vida o, simplemente, para hacerla mejor. Por ello, tendrá una biblioteca y un lugar de descanso. Está tan apartado de todo para que, después del entrenamiento y la meditación, tengas el espacio donde descansar y donde puedas asimilarlo todo sin distracciones. En mi opinión, habría que fomentar espacios así para que las artes marciales no pierdan su esencia», explica el impulsor de este proyecto, que es ya una realidad.
En apenas siete semanas, y sin tocar un sólo árbol, han conseguido construir el tatami. Tiene 12 metros cuadrados de superficie total, de los que 8 metros cuadrados son los que corresponden al tatami en sí, las medidas de uno reglamentario. Además de esfuerzo ha costado alrededor de 12.000 euros. «En cuanto tuvimos la madera y el lugar empezamos a hacerlo. Hemos trabajado duro aquí», comenta Francisco Àlvarez, profesional de artes marciales. «Es una estructura muy segura que tiene dos niveles y que está apoyado en 49 pilares. Además, es un tatami tradicional», quiso añadir.
En cuanto a la ayuda que ha hecho posible este espacio es muy numerosa. «Salva, de Nobles, que empezó conmigo; el dj Javi Muñoz; Alberto, que me ha ayudado con la colección de Mentes Nobles; Hugo Oliver, del Hostal Talamanca, que ha prestado el espacio para la construcción del tatami; Nacho Martín, que es el carpintero; o Eric, que me ha apoyado muchísimo. Hay mucha gente que está detrás de esto y que se sienten identificado con el proyecto», explica Àlvarez.
Hace seis años encontró la manera de autofinanciar el proyecto con Nobles, que además de ser una marca de ropa con la que se financia el proyecto del tatami, también es una filosofía. «Se basa en la idea de unión. Y toda la gente que está en esto comparte este sentimiento», explica. Con esta misma idea, el sábado pasado celebraron un festival en el recinto ferial, en el que tocó La Unión, para celebrar la realización del proyecto.
Probablemente a finales de octubre la gente de Nobles puedan empezar a entrenar aquí. «Lo primero será hacer un retiro, basado en el entrenamiento, de tres días. Poco a poco el proyecto irá creciendo hasta poder acoger a los niños que verdaderamente lo necesitan, que es la idea original», comentaba Àlvarez.
Durante todo el día de ayer, él y Nacho Martín estuvieron ultimando detalles de la madera del tatami.