En la obra aparecían 'monstruos' hechos con materiales reciclados | ARGUIÑE ESCANDÓN

Un tambor de lavadora que abría y cerraba la boca, una cacerola con ojos saltones y sobre ruedas, un cepillo de barres a modo de niño o un cubo boca abajo fueron algunos de los personajes que mostró la compañía Toc de Retruc con su obra Monstres Monstruosos que vieron ayer 700 escolares de Eivissa en el centro cultural Can Ventosa repartidos en dos funciones.

La acción arranca con un matrimonio de monstruos que tienen un hijo que nada tiene que ver con ellos, pues éste sólo piensa en hacer el bien y no en destruir. Por ello, los padres deciden aleccionarle con canciones y acciones que le lleven a quemar bosques o matar animales. «Debes chafar los huevos de los nidos de todos los pájaros que encuentres; sólo deja los microbios. Los bosques debes quemar para que no quede nada vivo. Si alguien te pide un favor pégale una bofetada; debes pensar que el amor es una cosa anticuada», decía una de las canciones de esta obra, que a través de rimas y música hacía llegar a los niños el mensaje de la importancia del reciclaje, pues buena parte de los monstruos que aparecen en escena están hechos con materiales ya usados, al tiempo que les lleva a la reflexión sobre qué es hacer el bien y qué es hacer el mal. En este sentido, el hijo monstruoso decide hacer el bien, pues pensó que no había mejor manera de hacer el mal que no hacer caso a sus padres. «Nos ha salido tan malo nuestro hijo malvado, que hasta incluso hace el bien con tal de darnos tormeno. No nos queda más solución aunque nos parezca mal que vivir con la contradicción de hacer el bien y así él hará el mal», decía otra de las canciones, mientras los pequeños del auditorio daban palmas al tiempo que contemplaban con cara de asombro cómo el resto de monstruos (el tambor de lavadora, la escoba-niño y la cacerola), esculturas creadas por el artista Luar, se movían abriendo la boca, girando la cabeza y subiendo y bajando, respectivamente.