Con las manos todavía llenas de trozos de sandía, los pequeños que habían estado haciendo fanalets fueron ocupando los asientos de la carpa de Sant Rafel para disfrutar del show de Albert, que divirtió a su público más joven con trucos de magia sencillos que fue explicando en catalán, castellano e inglés. «¿Quién me quiere ayudar?», dijo el showman en catalán para segundos después elegir a unas voluntarias muy especiales: Miren, que iba vestida de brujita; Elena, ataviada con un vestido rosa de princesa; Laura, convertida en una gata negra; y la pequeña Gemma, que con sólo tres añitos consiguió meterse al público en el bolsillo a golpe de varita mágica y, sobre todo, con una gran sonrisa. «A ver Sant Rafel. Me téneis que ayuda a decir los colores. Esto es un pañuelo rojo en castellano, vermell en catalán y en inglés red, ¿no?», explicó Albert, quien con ayuda de pañuelos de diferentes colores fue explicando el truco de magia al tiempo que recordaba con los niños cómo se decían los colores en los tres idiomas ya mencionados.

Y mientras Albert hacía sus mejores trucos, las brujas, piratas, vampiresas y pequeños demonios contemplaban muy atentos y con cara de sorpresa cómo se iban sucediendo las acciones mágicas. «¿Cómo lo ha hecho?», preguntaba un pequeño vampiro a su mamá, quien le respondió: «Son cosas de la magia».

En esta fiesta de Halloween tan especial, organizada por la Apima del colegio Sant Rafel, también hubo un hueco para vender unos deliciosos pasteles caseros de manzana, chocolate o queso, por ejemplo, con los que los alumnos de sexto curso de este cole recaudaron fondos que destinarán a sufragar parte de los gastos de su viaje de fin de curso a los Pirineos. «En Navidad también venderemos lotería», explicó Alba, una de las estudiantes de este centro educativo. Tras el espectáculo fue momento de degustar los frutos secos más típicos con la tradicional trencada de pinyons.