El 100% de los controladores aéreos de la torre de Eivissa han remitido, de forma individual, una carta al Congreso de los Diputados donde se comprometen a garantizar el servicio aéreo durante las Navidades. Así, y según comentó uno de estos trabajadores a este periódico, apuestan por restablecer el diálogo social y la negociación colectiva con el fin de evitar prolongar el estado de alarma hasta enero.
En cuanto al anuncio de la privatización de la torre de control de Eivissa, los trabajadores del aeropuerto de Sant Josep señalaron que esta operación «significa dar las llaves de la Isla a una empresa privada que abrirá y cerrará de acuerdo a unos intereses económicos». Desde el anonimato, por encontrarse aún militarizados, apuntaron que, al contrario de lo que opinaron los máximos responsables políticos de Eivissa sobre este hecho, «la privatización no supondrá una mejora de la eficiencia ni una rebaja de las tasas».
A tope
«Desde nuestro punto de vista, una mejora de la eficiencia es imposible porque Eivissa opera al máximo de su capacidad, que lo delimita el parking y que, actualmente, no puede acoger más aviones. Los precios bajarán si aumenta la oferta pero ésta no puede incrementarse más», criticaron.
En este sentido, los controladores aéreos señalan que el único beneficiado en todo este proceso de liberalización será la empresa que gestione la torre de control «porque se le dará un dineral por las tasas de aterrizaje y se guiará, como cualquier empresa privada, por sus intereses económicos».
El Colegio de Abogados de Balears organizará hoy una mesa redonda para proporcionar información útil a las personas afectadas por la situación generada por los controladores aéreos durante el puente de diciembre y orientarles en sus actuaciones de reclamación. Esta mesa redonda se emitirá por videoconferencia en la sede colegial de Eivissa.

«El aeropuerto no se cerró en ningún momento»
Uno de los controladores de Eivissa señaló ayer a este periódico que durante la jornada de huelga del sector el aeropuerto ibicenco no se cerró «en ningún momento». Y es que según explica, en la tarde del viernes hubo un controlador mientras que en los turnos del sábado hubo dos y tres trabajadores en la torre de control. «En la tarde del viernes sólo había un controlador porque otro estaba de baja de larga duración con antelación y el tercero tuvo que ser trasladado a Can Misses por un ataque de ansiedad». Aún así, explican que un controlador está preparado para asumir doce movimientos a la hora «y en Eivissa [durante el invierno] lo normal son cinco o seis, no más».