Cigarrillos sólo en las terrazas, la nueva estampa de la hostelería. | Guillermo Romaní

La entrada en vigor de la nueva ley antitabaco ha causado estragos en muchos bares y restaurantes de Formentera, que han visto disminuir considerablemente el número de clientes, en especial el de los habituales que en muchos casos pasan por el bar se toman el café o la copa y salen escopeteados porque no pueden fumar. Ello hace que no se produzcan repeticiones y que desaparezca el 'ambiente' al que el personal de algunos locales está acostumbrado a encontrarse cada día y a determinadas horas con las mismas personas.
Uno de los bares que probablemente más se resentirá, al menos al principio de la nueva normativa, será el Bar Verdera de Sant Ferran. Situado en el cruce de la carretera principal con la que va a es Pujols, el bar 'Los Currantes', sobrenombre del Verdera, ha sido siempre una 'cueva' de humo, tapas, barra repleta y las pocas mesas siempre con gente. Ayer alrededor de las doce del mediodía el bar estaba prácticamente vacío y Manolo, con un cigarrillo por encender en la oreja, aseguraba que «a la gente le costará ir al bar, porque hasta ahora al bar se va para tomar un café, la copa o la cerveza y para charlar con los conocidos y los amigos, pero con tanta prohibición la gente no para en él y eso no es plan». En su opinión, los bares vacíos no invitan a entrar.

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«Volverán»
Tras la barra del Verdera, Verónica se mostraba preocupada por el cambio en el número de clientes en tan sólo dos días de estar en vigor la ley antitabaco: «El bar se ha quedado vacío y muchos clientes habituales no han pasado por aquí», y reconocía que, aunque algunos estarán en la terraza, los menos en esta época de frío, viento o lluvia, pocos serán los que acudan como antes, aunque en primavera o verano la cosa será muy distinta. De todas maneras, confiaba en que en poco tiempo la gente se acostumbrará a la nueva ley y los clientes volverán. «A algún sitio han de ir», señaló. La opinión general es que algunos bares, por sus características y por su clientela de toda la vida, se pueden ir al garete por falta de parroquianos.
Y desde el hostal Illes Pitiüses, justo enfrente, Carlos, señalaba: «Aquí hace tiempo que no se puede fumar en la sala principal; sólo se podía fumar en las terrazas o en una sala contigua». Lugar de encuentro de los seguidores del Barça para ver los partidos en pantalla gigante, a partir de ahora eso cambiará. «Pero también habrá nueva clientela para este y para otros bares, gente a las que no les gustaba entrar en los bares por el humo y que quizás ahora se muevan más», apuntaba. Para todos, sin embargo, la ley es como es y hay que cumplirla.
Por su parte, Manolo, del Bon Temps, pensaba que los cambios no serán muy significativos, que en invierno se notará más que los clientes estén muy poco rato en el local a la hora del desayuno, del aperitivo o a última hora de la tarde, pero en días de sol las mesas de la terraza estarán más ocupadas que antes. Sin embargo, Pepe, del Bar del Centro, en la plaza de la Constitución de Sant Francesc, aseguraba que no se ha notado ninguna diferencia de un día a otro: «Más o menos la misma clientela», decía mientras que algunos clientes habituales salían a la terraza a fumarse el cigarrillo, unos con la cerveza y otros con el café con leche.

De 'postre'
Ahora, como ejemplo, se da el caso de que un matrimonio desayune con tranquilidad en el interior pero a la hora de los cafés pida que se los sirvan en la terraza para poderse fumar un cigarrillo. Eso sí, el bar colocará un par de estufas de las llamadas 'setas' que se ven en muchos bares y restaurantes para que los clientes no pasen frío en la terraza, que está cubierta pero no cerrada.
Mientras, los clientes, resignados se debaten entre el 'ya nos tocaba', porque en otros países esa es la situación desde hace años, y la denuncia de una «ley coercitiva» que les impide «ejercer sus derechos». También algún no fumador se unía a la queja: «Nunca he fumado, me molestaba el humo en los bares pero me parece excesivo llegar a esto». Y algunos encargados o propietarios que querían buscar soluciones con las terrazas para no perder demasiada clientela confesaban que no tenían nada claro qué se puede hacer al respecto y cómo deben proteger sus terrazas del mal tiempo para que sus clientes no huyan en masa.