Joan 'Palleva' fue el encargado de leer el manifiesto. | Marco Torres

La inauguración del monumento homenaje a los antiautopistas y a su bastión, la casa payesa de Ca na Palleva, estuvo acompañada ayer de la lectura de un manifiesto reivindicativo en el que la Plataforma Antiautopista reclamó al Govern que presente ante la Fiscalía la auditoría sobre la construcción de las autovías. «El gran número de irregularidades y malos usos de los recursos públicos que este documento ha puesto en evidencia son intolerables en una democracia», argumentaron los antiautopistas.

Asimismo, arremetieron contra los actuales gobernantes por haber sido «incapaces» de retirar las tierras de la autovía al aeropuerto. «Aún se acumulan, como recordatorio vergonzante del nepotismo y del tráfico de influencias más descarnado, centenares de metros cúbicos de tierra expropiada que los promotores del campo de golf quisieron apropiarse», dijeron desde la Plataforma, quienes expresaron su «profunda preocupación» y lanzaron una «seria advertencia» a los actuales gobernantes, ya que consideran que estos restos «constituyen la muestra más clara del comportamiento mafioso que a cara descubierta ejercieron los tristes actores de estos hechos».

Café en Ca na Palleva

En el manifiesto, que fue leído por uno de los descendientes más jóvenes de Ca na Palleva, Joan Ramon, Palleva, también se recordó que a pocos metros de donde se levanta la estatua, en la casa payesa de Ca na Palleva que fue derribada el 3 de mayo de 2006, se juntaban cada mañana «decenas de personas» que bebían el café que preparaba Margalida de Ca na Palleva. «Los cínicos dirán que ese movimiento fracasó, que las carreteras se construyeron y que las casas fueron derruidas», prosigue el manifiesto, que asegura que están convencidos de que esto generó un efecto dominó que cambió el gobierno de Eivissa y del Govern, además de llevar ante la justicia a «aquellos que nos tildaban de radicales y kale borroka». «Queda por ver si todos ellos acabarán pagando por el daño que hicieron», dice el manifiesto, que destaca la capacidad de la ciudadanía de unirse de «forma ejemplar y cívica».

Antoni Planells, Malalt, recordó que la escultura, que ha costado más de 9.000 euros, se ha levantado gracias al dinero que todavía tenía la Plataforma y a una aportación del Govern, que no ha especificado su cuantía y que ha cedido los terrenos. El Ayuntamiento de Sant Josep ayudó a organizar el acto de ayer. Según Malalt, se trata de un homenaje a todos los que lucharon y un recordatorio de lo que ocurrió con la familia de Ca na Palleva, a la que expropiaron cuatro viviendas.

Pese a que el acto pretendía ser cívico y no se invitó a ningún político, se congregaron un buen número de cargos públicos que acudieron a título individual. Entre ellos el conseller Albert Prats; la responsable del Institut Ramon Llull en Balears, Fanny Tur; los concejales Josep Antoni Prats, Pere Ribas, Joan Rubio y Josep Marí, Marge; el ex conseller Miquel Ramon, las diputadas Marián Suárez y Maria Torres y el portavoz de ExC Bartomeu Roig. También se dejaron ver antiguos impulsores de la Plataforma como Mariano Torres o Marcos Lluy. Quien no acudió fue Margalida de Ca na Palleva, porque sus familiares pensaron que el acto le entristecería.

'Toniet': «He trabajado más con el corazón que con la cabeza»

El ceramista Toniet, autor del monumento, no sabe explicar lo que representa su obra porque en este caso ha trabajado «más con el corazón que con la cabeza». Ha intentado «no ofender la sensibilidad de nadie» y hacer un monolito austero e integrado en el entorno, tal y como había pedido la Plataforma. «Lo he hecho pensando en el sufrimiento de la gente», añadió el artista, que sabe que su obra será polémica, aunque ha intentado «no hacer nada escandaloso». «Si a alguien le molesta, que se lo haga mirar», añadió. Está elaborado con hormigón forrado de cerámica y coronado por hierro oxidado. Cada diez minutos caen gotas de agua para que se forme musgo en su parte frontal. Por la noche la iluminación provoca un juego de sombras.